Stefan Vanistendael - Resiliencia y Espiritualidad. El Realismo de La Fe

April 12, 2017 | Author: Patricio Igor Gallardo Vargas | Category: N/A
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RESILIENCIA Y ESPIRITUALIDAD EL REALISMO DE LA FE

Stefan VANISTENDAEL

Oficina Internacional Católica de la Infancia Ginebra, 2003

EL AUTOR Stefan Vanistendael es Secretario General Adjunto, responsable de “Investigación y Desarrollo” en el BICE. Es diplomado en Sociología y Demografía de la Universidad de Lovaina en Bélgica. Ha sido investigador en el Centro de Estudios de Población y Familia en Bruselas antes de venir al BICE en 1979. Ha colaborado en la formación espiritual de los pastores de la Iglesia Reformada de Vaud en Suiza y ha publicado en Bélgica una introducción a la espiritualidad y un ensayo sobre “Espiritualidad y humor”.

AGRADECIMIENTOS Este cuaderno es el resultado de muchas influencias positivas que se remontan a veces tan lejos que es imposible agradecer a todos los que han contribuido de una manera o de otra. El autor se limita pues a agradecer explícitamente a: – al BICE que ofrece la plataforma que hace posible este cuaderno – al Profesor Michel Manciaux (Nancy) por su re lectura muy detallada del primer manuscrito – al Sr. Jacques Lecomte (Paris) co-autor de “La Felicidad es siempre posible” - Construir la Resiliencia” Bayard Edición 2000 – a la Sra. Anne Chiristine Menu-Lecourt (Ginebra), Pastor de la Iglesia Reformada, por sus críticas pertinentes y constructivas – a las traductoras (francés-castellano) de este cuaderno, la Sra. Alejandra Garcìa Morillo y sus amigas – a sus colegas del BICE que lo han ayudado de manera eficaz y agradable para la realización de este cuaderno, particularmente a las Sras. Lucia Ramirez-Palmer del BICE Bruselas, Genevieve Justin, Claude Masse e Isabelle Mourot del BICE Paris y la Sra. Isabelle Lecoeur, voluntaria.

Editato por el Bureau International Catholique de l’Enfance 11, rue Cornavin CH-1201 Ginebra, Suiza Tél. : (41-22) 731 32 48 - Fax : (41-22) 731 77 93 e-mail : [email protected] Imprenta SADAG - 01200 Bellegarde-sur-Valserine - Francia Foto de tapa : Elizabet Omsén © 2003 Bureau International Catholique de l’Enfance

INDICE

Introducción De la riqueza a la sabiduría de la resiliencia Un interés creciente ............................................................................... Las primeras aclaraciones ...................................................................... Hacia una sabiduría de la resiliencia ..................................................... Una coherencia sorprendente ................................................................. La búsqueda de rigor .............................................................................

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“La resiliencia en resumen” .................................................................. 10

Primera parte Un descubrimiento en el corazón de la vida La vida derrota al cinismo ..................................................................... Una realidad demasiado desconocida .................................................... ¿Podemos construir la resiliencia? ......................................................... Una mirada que Ilama a la vida .............................................................

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“La mirada que Ilama a la vida: una meditación” .............................. 16 Una apuesta por la vida .......................................................................... 17 La vida que nos sorprende ..................................................................... 18 Sin ética no hay resiliencia .................................................................... 19 “Para comprenderse: un intermezzo sobre la espiritualidad” .............. 21

Segunda parte El corazón de la vida redescubierto La aceptación ......................................................................................... 23 Jesus: una aceptación que toca las raíces de la vida .............................. 25 “Plegaria de un niño” ............................................................................ 27 RESILIENCIA

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El perdón, una puerta que se abre a la vida ........................................... El sentido ............................................................................................... Las relaciones humanas ................................................................... Los intereses, los proyectos ............................................................. Filosofía y religión ........................................................................... Un cierto control sobre los acontecimientos ....................................

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“Cuandos el vinculo con la vida se debilita” ........................................ 37 Una pieza clave de la vida y de la resiliencia ........................................ Dinámicas coherentes ...................................................................... Un corto circuito esclarecedor ......................................................... Realismo total, esperanza total ........................................................ Nuestro horizonte se amplia ............................................................

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A modo de conclusión .................................................................................. 45 “Harry Potter o el giro inesperado” ..................................................... 47 Selección de lectura En materia de resiliencia .................................................................. 48 En materia de espiritualidad ............................................................ 48

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INTRODUCCIÓN

De la riqueza a la sabiduría de la resiliencia Un interés creciente El tema de la resiliencia, la capacidad para desarrollarse en presencia de grandes dificultades, interesa a un número cada vez mayor de personas. Algunos hablan ya de un cambio de paradigma, tanto para los científicos como para los profesionales que se ocupan del ser humano. Nosotros no podemos ser árbitros en este debate, pero el campo de aplicación de la resiliencia parece ser ilimitado. Si la comprobación científica de la resiliencia en los seres humanos proviene ante todo de los psicólogos, el interés por este tema alcanza actualmente a los médicos - en primer lugar a los pediatras - a los educadores especializados, a los trabajadores sociales, a las consejeras en planificación familiar, a los docentes, a los capellanes de cárceles, a quienes intervienen en acciones humanitarias y a una variedad de terapeutas. Más aún, este interés desborda ampliamente los marcos profesionales y alcanza a personas de variado origen y formación, quienes reconocen en la resiliencia su propia historia de vida: la mujer que creció en una familia desgarrada, que dejó la escuela a los catorce años y que se construyó una pequeña felicidad estable, los detenidos de una prisión, la adolescente abandonada por su padre y que lucha junto con su madre para construir una vida digna, el ex niño de la calle transformado hoy en educador de la calle y - ¿porqué no?- el técnico que debe hacer frente a demasiados sufrimientos de otras personas. Este gran entusiasmo no es sorprendente, porque la resiliencia ofrece un profundo arraigo en la vida: nos incita a abrazarla en su totalidad, sin detenernos ante las desdichas a veces inevitables, sin dejar de buscar la vida, el crecimiento, la construcción o la reconstrucción, al fin de cuentas, una cierta felicidad. En una palabra, inspirándonos en la resiliencia, reconocemos la existencia de los sufrimientos pero buscamos el sentido y la construcción de la vida. Tomamos en cuenta al pasado pero tratamos de construir un futuro. Encontramos un realismo positivo, más allá del cinismo sofocante, más allá de las ilusiones decepcionantes. Según la hermosa fórmula del profesor Friedrich Lösel de la Universidad de Nürnberg-Erlangen, la resiliencia nos hace re-descubrir una esperanza realista. RESILIENCIA

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Las primeras aclaraciones La realidad humana de la resiliencia apareciò, probablemente, con los primeros hombres. Los artistas la han reconocido sin ponerle necesariamente un nombre. Si ciertos héroes en la literatura utilizan exclusivamente la fuerza, hay otros que son más sutiles, como Till el Travieso o Huckleberry Finn. En los cuentos de hadas encontramos a Pulgarcito o a Cenicienta. Ya en la Biblia, podemos encontrar personajes como José, traicionado por sus hermanos y vendido como esclavo, que llega a virrey de Egipto y que, finalmente, recibe a estos mismos hermanos con amor. Recientemente hemos descubierto las vidas de Anna Franck, Etty Hillesum, Martín Gray, Primo Levy, Tim Guénard y tantos otros que muestran cómo la existencia continúa tejiéndose aún allí donde ya no lo esperamos. Y también la música, la pintura, los films, pueden hablarnos de la resiliencia sin mencionarla. La música y el texto del aria “Bist du bei mir” de Juan Sebastián Bach integran y reconcilian en el recogimiento la alegría y tristeza profundas: a veces se la escucha en los funerales, a veces en los casamientos. El cuadro “El hijo pródigo” de Rembrandt expresa mejor que cualquier novela la aceptación muy profunda del otro, que es uno de los fundamentos de la resiliencia. El film “Billy Elliot” es un maravilloso ejemplo de la mirada del otro que ayuda a la vocación a abrirse como una flor en una tierra más bien hostil. Hacia el fin del siglo veinte la ciencia nos permitió delimitar esta realidad humana profunda y, sobre todo, hacer comprender que los que demuestran resiliencia no son siempre seres excepcionales ni privilegiados sino gente con sus fuerzas y sus debilidades, como usted y yo, que construyen su vida con otras personas a su alrededor. Un número cada vez mayor de investigadores contribuyen a eso, como por ejemplo - entre otros - Norman Garmezy, John Garbarino o Ann Masten en los Estados Unidos, Michael Rutter y Albert Osborn en Inglaterra, Friedrich Lösel en Alemania, Boris Cyrulnik y Michel Manciaux en Francia. Sin embargo, hay que mencionar muy particularmente la investigación longitudinal de Emmy Werner y de Ruth Smith en Kauai (Hawai) que constituye una referencia fundadora1.

Hacia una sabiduría de la resiliencia Lo que precede sugiere ( ya que la resiliencia es una realidad tan rica y tan profunda) que la ciencia, por más necesaria que sea, no alcanza para esclarecerla.

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Como este cuaderno no es un informe científico, no damos referencias sistemáticas a pie de página. Hemos juzgado más útil dar una bibliografía selectiva al final para permitir al lector interesado profundizar el tema según su elección.

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No se trata, sin embargo, de excluir a la ciencia si no más bien de integrarla en un marco más vasto, que comprende incluso lo que podamos aprender de la expresión artística o por medio de la reflexión directa acerca de la vida privada o profesional. El doctor Wolfgang Edelstein del célebre Instituto Alemán de Investigaciones “Max Planck” lo formuló así luego de haber escuchado una conferencia sobre la resiliencia. “Ustedes construyen una sabiduría que integra a la ciencia, lo que es muy valioso en una época en la que demasiados científicos carecen de sabiduría y demasiados sabios rechazan a la ciencia”. Si esto es así, surge la cuestión de descubrir si la resiliencia necesita igualmente un esclarecimiento a partir de la espiritualidad, definida como un realismo profundo sobre la vida. Esto parte de la convicción de que, profundizando las realidades de la vida, se llega a lo espiritual y que no se puede llegar a lo espiritual sin estar en el seno de la vida. Claramente, desde esta óptica, la espiritualidad no es simplemente una cuestión de opinión y de elección, ya que ella trata de decirnos algo sobre la vida real. De otra manera, la espiritualidad sería sólo ilusión. Sin embargo, una buena exploración espiritual se hace con mucho pudor, tomando en cuenta los límites de lo que podemos saber. Según esta lógica, la espiritualidad puede, en principio, interesar tanto a los no creyentes como a los creyentes. Esta cuestión es más que teórica. Ya la realidad y la noción de resiliencia suscitan interrogantes éticos: ¿Qué es un crecimiento positivo, un desarrollo ”satisfactorio”?. ¿Puede definir la resiliencia un único criterio de adaptación social o no?. Más aún: ciertos científicos hablan de la aceptación incondicional de la persona como fundamento necesario de la resiliencia. Lo que plantea un problema a quienes la promueven ¿Quién puede aceptar al otro sin condiciones? ¿Hay que corregir esta “incondicionalidad”?. O por el contrario ¿hay que dejarse guiar por ella aunque eso nos sobrepase?. ¿Llegamos a tocar con el dedo una forma de trascendencia?. Si es así, ¿Qué trascendencia?. He aquí interrogantes con consecuencias bien concretas y prácticas, y al mismo tiempo, cercanas a un cuestionamiento metafísico.

Una coherencia sorprendente Además, existe una sorprendente coherencia entre los descubrimientos teóricos y prácticos en materia de resiliencia por una parte y los textos del evangelio por la otra. Este hecho posee implicancia para los cristianos. La vida que ha sido herida y se transforma en nueva vida, a veces inesperada, es el centro mismo del mensaje cristiano, pero también es la dinámica en el corazón RESILIENCIA

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de la resiliencia. ¿Puede la resiliencia iluminar al mensaje cristiano? Y el mensaje cristiano ¿puede iluminar a la resiliencia? Si una iluminación mutua entre la resiliencia y el mensaje cristiano es posible y útil, ella está estrechamente ligada a la identidad del BICE como organización católica más allá de todo clericalismo o anticlericalismo, en un procedimiento inspirado por la vida y no por una inquietud doctrinaria cualquiera. Es por eso que el BICE juzgó útil entablar esta reflexión. Proponemos solamente algunos senderos de reflexión accesibles a los cristianos y también a toda persona que busca cierta lógica en la vida. El tema es tan vasto que desborda ampliamente el marco de esta publicación. Esperamos que esta reflexión inspirará no solamente a los creyentes sino también a toda persona que desee profundizar el tema. Este texto, por su naturaleza, es una reflexión libre de inspiración cristiana y personal pero nutrida por la experiencia de muchas personas pertenecientes al BICE o a otras instituciones. El responsable final es el autor.

La búsqueda de rigor Una apertura así, rechaza sacrificar la riqueza de la vida en el altar de la búsqueda de una verdad fácilmente dominable que no puede sobrepasar los límites del espíritu humano. Por otra parte, si se debe buscar siempre la verdad, ésta sobrepasa, evidentemente, los límites de nuestro espíritu. Sin embargo, ¿cómo evitar una falta de rigor?. Se podría pensar que la coherencia entre diferentes observaciones es un buen criterio y a menudo es así. Pero en este campo, nos damos cuenta que la vida misma no siempre es coherente. Como último punto de análisis, es tal vez la apertura hacia la corrección el criterio último de esta búsqueda de rigor - como en toda ciencia moderna - pero con un procedimiento algo diferente. Queda sin respuesta definitiva esta pregunta: ¿Corrección con respecto a qué?. Encontramos bajo la forma de una abdicación particular la vieja cuestión de Arquímedes (287-212 A.C.): “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Pero ¿Dónde encontrar este punto de apoyo absoluto sin que el espíritu se encierre sobre sí mismo? ¿Surge entonces la necesidad de una cierta trascendencia?. Si es así, la honestidad nos obliga a enfocarla con mucha humildad y pudor, pues la trascendencia ha sido demasiado viciada y abusivamente utilizada en la historia de la humanidad, con consecuencias desastrosas para la vida. 8

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Invitamos al lector a acompañarnos en esta búsqueda. Esperamos que ella pueda dar a la mayor cantidad posible de lectores un poco de luz, un poco de esperanza e incluso un poco de realismo. No es necesario que el lector, creyente o no, esté siempre de acuerdo con nosotros. Cada uno debe vivir de acuerdo con los antecedentes de su historia de vida, en una confrontación continua con las experiencias y las ideas de otros seres humanos. En una primera parte, recordamos ciertos elementos esenciales de la resiliencia - incorporando matices, producto de las reflexiones recientes sobre este tema - a fin de preparar mejor el terreno para le segunda parte, que profundiza más la iluminación mutua entre la resiliencia y la espiritualidad cristiana. Pasamos así de la resiliencia - un descubrimiento en el corazón de la vida - a la espiritualidad - un redescubrimiento del corazón de la vida.

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La resiliencia « en resumen » Una definición pragmática: la resiliencia es la capacidad de una persona o de un sistema social para desarrollarse y crecer en presencia de grandes dificultades. Esta capacidad tiene varios componentes: - protegerse y defenderse, resistir - construir - proyectarse en el tiempo La resiliencia se construye en un proceso continuo durante toda la vida, en una interacción entre la persona ( o el sistema social) y su entorno. Es, pues, variable según los contextos y las etapas de la vida. La resiliencia nunca es absoluta. Nada está definitivamente ganado, nada está definitivamente perdido: este es el realismo y la esperanza de la resiliencia. Por eso es que la resiliencia no puede ser nunca considerada como un sustituto de la política social o económica. Estas políticas pueden ayudar a construir la resiliencia o, por el contrario, a destruirla. La resiliencia insiste en una responsabilidad compartida y articulada con todas las personas implicadas, en lugar de una deresponsabilización del individuo o de la sociedad. Es por esto que se sitúa mas allá de las desigualdades, tradicionales y políticas. Subyacente a esta definición, existe una doble apuesta ética: la dinámica de vida de la persona (o sistema social) en relación con la dinámica del entorno próximo y lejano. La resiliencia no se construye pues a cualquier precio, ni para sí mismo ni para los otros. La búsqueda de esta ética incluye las ambigüedades propias de la vida. La resiliencia se construye de manera específica en cada contexto y en cada caso. No se trata de una nueva técnica de intervención generalizable. Sin embargo, ella puede ayudar a repensar ciertas intervenciones y a inspirar otras nuevas. Al comienzo, hay un cambio de mirada sobre la realidad, una mirada que busca compasión, con paciencia e inteligencia, los elementos que puedan ayudar a construir una vida, así como los recursos de la persona y de su entorno y la manera de movilizarlos. En esto la resiliencia se distingue de un procedimiento puramente reparador. Con frecuencia encontramos como fundamento de la resiliencia el vínculo – en primer lugar la aceptación fundamental del otro – y el sentido. Ambos se encuentran a menudo ligados a través de un proyecto o de una fe no sectaria, cada uno bajo una gran variedad de formas y expresiones. Muchos otros elementos pueden intervenir, y deben ser siempre especificados en su contexto: la autoestima, las competencias sociales y profesionales como la capacidad para planificar o para pedir ayuda en caso necesario, el humor y cierto control sobre los sucesos relacionados al sentido. Se deben explorar otras pistas, como el contacto con la naturaleza o la expresión artística y la belleza - todos ellos relacionados con el sentido - y cada situación puede constituirse en oportunidades específicas para descubrir e implementar.

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PRIMERA PARTE

Un descubrimiento en el corazón de la vida La vida derrota al cinismo El señor G es apicultor. Está casado y tiene cuatro hijos. Él y su mujer reciben a jóvenes con dificultades. Una vida hermosa pero para nada extraordinaria. Dejemos por un momento al señor G. Miremos ahora el caso del pequeño T., abandonado por su madre a la edad de tres años, atado a un poste al costado de la ruta. Encontrado por los gendarmes fue colocado en casa de su padre quien lo castigó salvajemente. El cuerpecito de T está verdaderamente quebrado. Se necesitaron dos años de hospital antes que T pudiera caminar de nuevo. Luego se embarca en un recorrido de familias sustitutas, instituciones, fugas, criminalidad, violencia: en una palabra, el niño que tuvo un comienzo imposible en la vida y que no logra reponerse. Sin embargo, el señor G y el pequeño T son la misma persona. El pequeño T Llegó a ser el señor G. Algunos lectores habrán reconocido la historia de Tim Guénard. ¿Cómo es posible eso?. Oímos decir “de tal padre tal hijo” o “los niños maltratados serán niños maltratadores”. O “todo se juega antes de los cinco años” “¿Qué quieres que sea con la madre que tiene?”. Este tipo de expresiones están en contradicción con la historia de vida de Tim Guénard. Tim ¿es una excepción?. No, las biografías demuestran que muchos niños que han sufrido terriblemente se convierten en adultos realizados. El gran músico Juan Sebastián Bach quedó huérfano muy pequeño, sin embargo, llegó a ser el gran músico que maravilla aún hoy a decenas de millones de personas a más de doscientos cincuenta años de su muerte. En el mundo de la infancia, Anna Frank es el ejemplo típico de los niños que se desarrollan bien en presencia de fuertes presiones. Joven adolescente judía, vivió dos años oculta con algunos familiares para protegerse de la policía secreta alemana durante la Segunda Guerra mundial. El diario íntimo que ella misma escribió durante este período muestra a una joven que sufre, por cierto, pero que se abre a la vida, que quiere aprender, que tiene proyectos para después de la guerra. Másque simplemente protegerse y resistir, ella construye activamente su vida. El RESILIENCIA

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hecho que haya perecido finalmente en un campo de concentración no quita nada a esta realidad, sino que demuestra que tales capacidades funcionan en una situación determinada y que nunca son absolutas. Historias como estas derrotan nuestras ideas simples y nuestros prejuicios. Hasta nos permiten cierta esperanza. Contradicen al cinismo que se presenta a menudo detrás de la máscara engañosa del pseudo realismo. Tengamos, sin embargo, cierta prudencia a fin de evitar ilusiones baladíes y peligrosas.

Una realidad demasiado desconocida A esta capacidad para construir una vida positiva en medio de grandes dificultades la llamamos “resiliencia”. Es una palabra tomada de la física que designa la resistencia que posee un material ante los choques. La realidad humana de la resiliencia es mucho más rica, porque se trata de una capacidad de crecimiento a través de las dificultades. No encontramos por lo tanto, el retroceso del resorte ni el rebote. Esta realidad ha sido desconocida durante demasiado tiempo, porque en nuestros servicios terapéuticos, sociales y jurídicos, tenemos naturalmente la mirada dirigida hacia quienes andan mal, hacia quienes no pueden superarse, es decir, solo hacia los problemas y dificultades. Los que dan prueba de resiliencia se encuentran a menudo fuera de esos servicios, fuera del horizonte de los que intervienen profesionalmente en esos campos. Pero hay cosas peores en materia de falsas percepciones de la realidad. Como la casi totalidad de los adultos maltratadores han sido niños maltratados, se concluye a veces que los niños maltratados van, fatalmente, a maltratar a sus propios hijos. Esta conclusión es doblemente errónea, lógica y empíricamente. Estos casos existen, por cierto, pero son la excepción. La mayoría de los niños maltratados no maltratarán a sus hijos. En el nivel colectivo y en términos estadísticos se puede decir que el riesgo de maltratar niños es más elevado en aquellos que han sido maltratados en su infancia, pero es difícil sacar conclusiones a partir de casos individuales. El mal no se transmite automáticamente de una generación a otra: hay personas que vencen este determinismo. De hecho, aquellos que dan pruebas de resiliencia no constituyen raras excepciones. Por cierto, nos podemos preguntar si no se trata de seres excepcionales tipo “superman”, “superwoman” o “superkids” o por lo menos personas muy privilegiadas. En este punto preciso, la iluminación hecha por la ciencia es muy valiosa. Investigadores como Emmy Werner y Ruth Smith siguieron el desarrollo de niños 12

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en situación muy crítica durante más de treinta años en Kauai, en el archipiélago de Hawai. Se trata de niños nacidos en familias con grandes dificultades: padre alcohólico, gran pobreza, violentas tensiones familiares... Hasta que se pruebe lo contrario está claro que: – Situaciones difíciles crean problemas para muchos niños y jóvenes pero esta constatación es estadística, en el nivel colectivo; no hay que confundirla con la historia individual de cada niño. – En proporción sorprendente, alrededor de un tercio de esos niños se desarrollan bien. Llegados a adultos se comprometen en relaciones estables, algunos se casan, tienen un trabajo, asumen responsabilidades con los demás en la comunidad... Esta comprobación desmiente todo fatalismo o determinismo a nivel de los individuos. – No se trata de niños excepcionales ni superdotados ni privilegiados. Nos acercamos a la expresión de Friedrich Lösel: encontramos una esperanza realista, que derrota tanto a las ilusiones demasiado fáciles como a un cinismo engañoso de apariencia científica.

¿Podemos construir la resiliencia? Lo que precede nos conduce naturalmente a dos preguntas: – ¿Qué podemos aprender de las personas que dan prueba de resiliencia? – La resiliencia ¿permite que se la construya? Y si es así, ¿cómo? La resiliencia derrota el determinismo del mal. Pero ¿reemplazamos el determinismo del mal por otro determinismo?. ¿Algunos afortunados poseen la resiliencia y otros no? O, pregunta más delicada: ¿La resiliencia es de naturaleza genética? Cada ser humano, desde antes de su nacimiento, se construye en la interacción entre su patrimonio genético y su entorno, incluido sobre todo el entorno humano. Cuanto más avanzamos en edad, esa interacción funciona también con respecto a nuestra historia personal, que se refleja igualmente en nuestros cuerpos y en nuestras neuronas. En este sentido, existe un componente genético de la resiliencia: cierto patrimonio que solamente pide expresarse en el lugar y el momento que lo permitan las circunstancias. Porque sin esta interacción humana, no puede existir un verdadero desarrollo humano. La separación de ambos, un tema popular en ciencias humanas, es en la práctica bastante artificial como si se quisiera separar la leche del café en un café con leche. Estos procesos están situados en el tiempo, y en ese sentido son irreversibles. Pero no por eso son deterministas: la irreversibilidad RESILIENCIA

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en el tiempo se conjuga perfectamente con un amplio espectro de crecimientos posibles. El profesor Lösel destaca que los componentes genéticos nos dan los límites de lo posible. En una persona, no puede desarrollarse nada que exceda el marco de su patrimonio genético. Pero en el interior de ese marco existen múltiples posibilidades. La mayoría de las personas pueden llegar a ser músicos de buen nivel con la ayuda de buenos profesores. En cambio, Juan Sebastián Bach se equivocaba cuando decía que, a condición de trabajar bien, cualquiera podía llegar a ser un músico como él. El genio de un Bach supone la presencia de un factor genético. La resiliencia no es, pues, ni una característica innata ni un mecanismo fijo, como tampoco es solamente una pura construcción humana. Se trata de una capacidad de crecimiento que resulta de un proceso continuo de construcción durante toda una vida. La consecuencia lógica de eso, es que la resiliencia es variable, según las etapas de la vida y las circunstancias. Puede ser muy valiosa para la gran mayoría de las vidas, pero se moviliza con o sin intervención profesional a determinar según el caso. Es por eso que podemos decir: nada está totalmente perdido en la vida, pero tampoco nada está totalmente ganado. De la experiencia de la resiliencia vivida, nosotros podemos pues sacar muchas lecciones.

Una mirada que llama a la vida Para encontrar lo que ayuda a construir la resiliencia, podemos hacernos esta pregunta: concretamente ¿cuáles son las personas que ayudaron a otras a construirse o, por el contrario, cuáles son las que prácticamente la destruyeron?. La biografía de Tim Guénard es rica en enseñanzas en ese punto. Entre los que ayudaron a Tim a vencer sus dificultades, encontramos una mezcla de profesionales y no profesionales: un campesino, un psicólogo, una jueza, un sacerdote, un joven a quien Tim había agredido, un hombre discapacitado, un vagabundo, su esposa... Entre los que más bien lo destruyeron se encuentran tanto profesionales como no profesionales... Si el profesionalismo no es el criterio distintivo, ¿qué es o qué hace la diferencia? Tim diría: “la mirada que el otro posa sobre ti”. Otros testimonios de personas en dificultad son similares. Tal vez deberíamos agregar: la mirada que Tim ha posado sobre el otro. Esa mirada está maravillosamente mostrada en el film “Billy Elliot”. La vida del pequeño huérfano de madre, cuyo padre está desocupado, cambia gracias a la mirada de un profesor de danza. Se trata de una mirada que llama a la vida, 14

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que pide una respuesta, una mirada perfectamente realista sobre las dificultades pero también sobre el potencial que permitirá construir la vida. ¿Tengo una mirada que busca exclusivamente localizar los problemas e imaginar cómo puedo resolverlos? O bien ¿tengo una mirada que ve el problema pero que busca los recursos del otro, el potencial a movilizar?. Recuerdo un proyecto piloto muy ambicioso en un país industrializado para jóvenes con problemas de comportamiento. Al principio, cada joven, cada “caso” fue descrito de la “A” a la “Z”. Cada uno fue reducido a una lista de problemas y nada más. Y hasta un cierto sentido común nos inspira la pregunta: Si yo tuviera un problema y me viera descrito de esta manera por un “supuesto” experto ¿Cuánta confianza depositaría en él?. ¿Cómo podría pensar yo que este experto pueda respetarme, considerarme como otro ser humano, ayudarme? o bien, ¿yo adoptaría una actitud de supervivencia frente a la inevitable intervención?. La continuación del proyecto citado parece confirmar esta última sospecha, como lo detectó una asistente social muy experimentada, pero sin que los métodos de evaluación del proyecto (calificados como poseedores de rigor científico), permitieran verlo, con el riesgo de que los errores continúen siendo sostenidos y legitimados por un aparato científico. Este ejemplo demuestra cierto peligro de hiper-profesionalización, pero de ninguna manera podemos generalizarlo en todos los proyectos enmarcados científicamente. Buscamos un cambio fundamental de la mirada: ¿Considero al otro como un “problema a solucionar” o como otra persona con ciertas dificultades, pero con quien puedo construir algo? Como ese educador de la calle en la India que no quería solamente conocer los problemas de los jóvenes, si no también las soluciones que ellos mismos habían encontrado antes de toda intervención profesional, a fin de verificar lo que se podía construir a partir de esas soluciones imperfectas y a veces delictivas. La resiliencia nos recuerda que en la vida podemos construir solamente con lo que es positivo aún si esto no es perfecto. De hecho aprendemos de nuestros errores si los transformamos en elementos positivos con sus imperfecciones.

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La mirada que llama a la vida: una meditación La siguiente cita es del monje ortodoxo Anthony Bloom. Hemos mencionado ya esta meditación en otras publicaciones sobre la resiliencia, porque ella resume magníficamente el cambio de mirada que permite emerger la resiliencia. Los no creyentes pueden fácilmente adaptar esta meditación a sus convicciones. Por lo demás, este texto demuestra claramente cómo la espiritualidad cristiana va mucho mas allá de la moral, para buscar la vida en cada persona individual, sin distinción. Si el arraigo espiritual de la vida puede tener consecuencias morales, reducir la espiritualidad a la moral es una desfiguración muy generalizada pero inadmisible. “No podemos ayudar a una persona a menos que al mirarla veamos la belleza que hay en ella. No se ayuda a una persona aislando lo que anda mal en ella lo que es feo, deformado. Cristo miraba a todas las personas que encontraba, la prostituta, el ladrón y veía en ellos la belleza oculta. Tal vez era una belleza deformada, arruinada, pero sin embargo, belleza y Él hacía de manera que esta belleza surgiera. Es lo que debemos aprender a hacer con los demás. Pero, para lograrlo necesitamos ante todo tener un corazón puro, intenciones puras, la mente abierta, cosa que no siempre es así... para poder escuchar, mirar y ver la belleza oculta. Cada uno de nosotros es imagen de Dios y cada uno de nosotros se parece a un icono dañado. Pero si nos dieran un icono deteriorado por el tiempo, por los acontecimientos, o profanado por el odio del hombre, nosotros, con el corazón apenado lo trataríamos con ternura y reverencia. Nos importaría poco que esté arruinado porque seríamos sensibles, justamente a la desgracia de que esté dañado. Daríamos importancia a lo que resta de su belleza y no a lo que ha perdido de ella. Es así como debemos aprender a actuar con respecto a cada persona.

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Una apuesta por la vida La resiliencia nos invita a salir de ciertos esquemas clásicos. Nos invita a construir, a reconstruir la vida, lo que es diferente a comprender la vida o a un procedimiento que busque únicamente reparar los daños. Sin embargo, en ocasiones, es necesaria una reparación así, en la medida en que el mal sufrido impide el crecimiento humano. En otras ocasiones, en cambio, vale más concentrarse en la reanudación del proceso de crecimiento de la vida. ¡Diferencia difícil de establecer! Según el monje sicoterapeuta alemán Anselm Grün2, volver atrás en los problemas del pasado puede tener, en algunas personas, un resultado negativo y bloquear todo crecimiento, en lugar de liberarlo. A veces se ayuda mejor a estas personas utilizando el procedimiento inverso: mirando en su pasado cuales fueron las personas y los sucesos que contribuyeron positivamente a su vida y a su crecimiento. Es pasar de la metáfora de un mecánico de garaje que debe hacer cuidadosamente reparaciones muy específicas, a la metáfora de una “caja de herramientas”: a cada instante estamos invitados a construir o reconstruir alguna cosa. Aún con pocos elementos, una “caja de herramientas” con colorcitos permite una gran cantidad de realizaciones diferentes. Este paso de una metáfora a otra tiene consecuencias muy importantes ya que se tiende cada vez más - y sin mucho discernimiento - a introducir, incluso en el dominio social, una gestión muy específica, más próxima al tipo del “mecánico de garaje” que a la de “caja de herramientas”. Es, entre otras, la diferencia entre alimentarse y compartir una comida - con todas las consecuencias positivas no intencionales que una comida así puede tener - entre suministrar un medicamento y recibir a un paciente, entre asistir a alguien y estar presente para alguien, entre una cita y un encuentro, entre adjudicar tiempo y dar tiempo. Los niños pequeños, las personas discapacitadas y los seres muy heridos son particularmente sensibles a este tipo de matices. En circunstancias difíciles, notemos que los pobres y los carenciados han sido a menudo forzados a desarrollar una inteligencia de la “caja de herramientas”, mucho más que las personas ricas en bienes, habilidades y conocimientos. Es útil que los expertos y los profesionales lo tengan en cuenta, pero no siempre están bien formados para eso. ¿No se supone que el experto debe dar la solución?. A veces sí, pero ¿Quien es muy experto en vidas?. “Los pobres son los primeros expertos en pobreza” decía el Padre Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo. El ingenio de los carenciados puede sorprender. Tomemos como ejemplo aquellos jóvenes africanos de la calle que montaron un taller para producir pequeños 2

Ver bibliografía

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vasos a partir de fondos de botellas rotas utilizados por las vendedoras de bebidas en la calle. Estos jóvenes no solamente han desarrollado toda una técnica de reciclaje, si no que han ubicado su taller lejos de su barrio, en una zona menos poblada, para evitar que un eventual incendio se transforme en catástrofe para el vecindario. O como ese preso que había desarrollado toda una economía para las flores del altar de la prisión utilizándolas el mayor tiempo posible en diferentes ocasiones, en diferentes lugares de la cárcel, pues es cierto que un ramo de flores en un medio como ese es un signo de belleza y de dignidad. Este es un procedimiento típico de la resiliencia: buscar con pasión estos puntos positivos, aunque sean ínfimos y hasta escondidos, que permiten a la vida retomar su crecimiento.

La vida que nos sorprende Dos desafíos se presentan a la persona que trata de contribuir a la resiliencia: – la persona que está en dificultades busca superarlas de una manera que funcione bien para ella misma, sin preocuparse si esta solución puede ser generalizable o no. – el elemento positivo que permite un nuevo crecimiento puede estar oculto detrás de comportamientos que indican lo contrario. Tim Génard relata como un pedacito de papel para envolver regalos juega un rol esencial en un momento de su vida. Un desempleado bien atendido y acompañado pero deprimido, recupera el gusto de vivir cuando se descubre una nueva pasión: las tapitas de mini potes de crema para café que comienza a coleccionar; un joven delincuente sale de la criminalidad porque comienza una relación estable con la mujer de sus sueños; los muchachos del barrio marginal de Harlem, en Nueva York, encuentran un proyecto de vida gracias a un coro: todas maneras eficaces, pero no automáticamente trasmisibles ni siempre utilizables por otros para retomar el crecimiento de la vida. Las personas comprometidas en este terreno pueden multiplicar esos ejemplos. La buena noticia es que la vida misma ofrece múltiples ocasiones de reconstrucción mucho más allá de lo que el profesional interviniente puede imaginarse. Se trata de una riqueza que no debe desaprovecharse, pero que exige una cierta apertura de espíritu. La mala noticia es que se sale de uno de los cánones de la ciencia y del profesionalismo clásico: una práctica debe ser generalizable antes que pueda ser utilizada profesionalmente. Esta ecuación entre la generalización y la profesionalización es normalmente muy valiosa porque nos protege de muchas desviaciones. Sin embargo ella tiene sus límites con respecto a la construcción de la resiliencia y de la vida que 18

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parecen siempre desbordar el marco estrecho y forzoso de la necesaria generalización. El profesional interviniente ¿puede sin embargo sacar provecho de tales experiencias integrándolas a su trabajo caso por caso?. Es todo un desafío. El segundo desafío se plantea por ejemplo, cuando un niño de la calle muestra su gran inteligencia por medio de su ingeniosidad para organizar un robo. El educador ¿tiene la posibilidad de valorar esta inteligencia y desviarla hacia objetivos más constructivos a largo plazo? ¿O prohíbe rotundamente el robo?. O la mujer del cuarto mundo encinta que bebe mucho alcohol: a primera vista, ella debe simplemente dejar de beber. Esta proposición es médicamente correcta, pero a menudo no tiene resultado: la mujer no lo logra, el niño nace discapacitado y algunos años después queda huérfano de madre. Sin embargo, según el testimonio del doctor Titran en Roubaix, una escucha atenta permite descubrir que este comportamiento a priori destructivo puede ser una expresión torpe del amor de la mujer por su bebé que va a nacer. Cuando está alcoholizada, ella siente al bebé en su vientre; sin alcohol el bebé está como muerto. ¿Cómo valorar entonces este amor de la madre buscando otra expresión más constructiva?. Un procedimiento así tiene más probabilidad de éxito que la simple reprobación del comportamiento de la mujer, percibido por ella como un rechazo de su amor hacia el bebé. No nos apresuremos a hacer de esto nuevas técnicas de intervención fáciles de generalizar detrás de las cuales podremos ocultarnos con la conciencia tranquila. Una vez más se trata más bien de agudizar nuestra mirada para buscar esos elementos positivos, estos recursos que van a permitir construir la vida, permaneciendo al mismo tiempo plenamente realistas. Si un trabajo de equipo interdisciplinario es posible y puede ayudar a eso, mejor así. Una vez más hay que buscar algo típico de la resiliencia: el equilibrio vital entre la esperanza y el realismo.

Sin ética no hay resiliencia El niño vive un infierno: entre la violencia de su padre, la pobreza material extrema, el fallecimiento de su joven madre, el rechazo a la escuela... poco a poco se perfila como un jefe en el medio criminal: astuto, violento, sin piedad, temido. Más tarde hace fortuna en el tráfico de drogas y de armas y la prostitución. Inasible por la justicia, vive en una magnífica residencia con su mujer y sus hijos. Desde su propio punto de vista ha triunfado en la vida. ¿El da prueba de resiliencia?. Sería el caso si nosotros elimináramos toda referencia ética, una posición que se vuelve rápidamente insostenible en la práctica. No se trata de hacer de “la adaptación social” el criterio de la resiliencia. ¿Qué adaptación a qué vida social?. Muchos niños de la calle no podrían sobrevivir RESILIENCIA

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respetando la ley. Esto fue expresado muy inteligentemente por una persona de un país en vías de desarrollo: “en mi país, un pobre solo puede morir legalmente, no puede sobrevivir legalmente”. El siquiatra de adolescentes Stalislas Tomkiewicz habla, en ese sentido, de “resiliencia fuera de la ley”. Entre los extremos de los ejemplos citados anteriormente, deberemos buscar una doble referencia ética: el bienestar de la persona en cuestión y el bienestar de otras personas con quien ella entra en contacto. El principio se establece rápidamente, pero la puesta en práctica no es fácil a causa de las ambigüedades de la vida misma. Más vale vivir con una pregunta honesta que con una respuesta demasiado rápida y falsa, sobre todo en este campo. El gran teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) había formulado, mientras se encontraba preso de los nazis, la idea de que el que busca a cualquier precio su tranquilidad de conciencia terminará por engañar su conciencia a causa de la complejidad de la vida. Esta dificultad no debe desanimarnos. La búsqueda del bien, como la de la verdad o de la belleza, necesita puntos de referencia aunque sean inalcanzables, como una estrella que nos guía en la noche. Un punto de referencia no es una meta. A menudo nos humanizamos más en esta búsqueda que alcanzando la bondad o la verdad. Este mensaje está curiosamente presente en la vida de Jesús cuando se dirige a las autoridades religiosas de su época o cuando habla de los dos hermanos, uno de los cuales tiene un alto nivel moral pero se encuentra fuera de la vida, mientras que el otro, que había vivido en el desenfreno y en el libertinaje, busca desesperadamente la vida y es el recibido como hijo por su padre. Este mensaje fue retomado en la tradición espiritual cristiana con Benito de Nursia (hacia el 480-547) e Ignacio de Loyola (1491-1556) quienes insisten en una construcción de la vida paso a paso. En su regla para los monjes, Benito alerta al que piensa que ya llegó y que no necesita evolucionar más: ¡nada peor que el arrivismo moral o espiritual!. El procedimiento de una ética, de una verdad que deben buscarse paso a paso sin detenerse jamás, ni siquiera después de una recaída, sugiere - por el hecho mismo de esta superación continua - una forma de trascendencia a partir de la experiencia de la vida misma.

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Para comprenderse: un intermezzo sobre la espiritualidad La espiritualidad es una noción más conocida que la resiliencia pero con interpretaciones tan múltiples y tan divergentes, que el riesgo de no comprenderla es muy elevado. Por eso proponemos una pequeña clarificación sin pretensiones intelectuales ni metafísicas, que tiene por único objetivo facilitar la lectura del presente cuaderno. Vivimos nuestra realidad cotidiana en un mundo material situado en el tiempo y el espacio. Este mundo material parece a veces sugerir otro mundo, mucho mas allá de nosotros o en el centro mismo de nuestra intimidad. Por ejemplo, la belleza de la naturaleza puede maravillarnos, superarnos totalmente, como si existiese otro mundo al que no podemos palpar inmediatamente. O una muy hermosa melodía puede conmover una zona ìntima de nuestro ser de la que no teníamos ni siquiera conciencia. El primer ejemplo es una experiencia de la trascendencia, el segundo de la inmanencia. La experiencia de la trascendencia o de la inmanencia puede sugerirnos la existencia de una realidad no material, mas allá del tiempo y del espacio, que deja huellas en nuestra experiencia. Esta realidad está mas allá de nuestra comprensión y de nuestro control, pero sin embargo, sentimos a veces que es importante para nosotros. La llamamos “espiritual” en un sentido amplio. Si esta realidad espiritual adquiere un carácter mas personalizado lo llamamos a veces Dios. Nuestra vida individual o comunitaria se transforma cuando tratamos de vivirla en relación con esta realidad espiritual, en el sentido amplio, o en el sentido mas preciso de Dios. Llamamos a este proceso de transformación “vida espiritual”, o en una palabra “espiritualidad”. La religión sitúa la vida espiritual en una comunidad con una tradición. Ella se basa en una fe en Dios, busca una organización y una expresión comunitarias así como un apoyo para la vida espiritual. Las religiones varían a menudo en función de su fundador y de su cultura de origen. Los cristianos creen que en Jesucristo, que vivió hace màs o menos 2000 años, Dios se mostró concretamente en el interior del tiempo y del espacio de una manera única e intensa, jamás igualada. Muy rápidamente, las comunidades cristianas desarrollaron un “credo” común a partir de ciertos elementos claves, como la fe en que la vida será finalmente mas fuerte que la muerte, o como la fe en la misericordia de Dios. Jesús es célebre por la importancia que daba a los niños como seres humanos, pero también a causa de su estado de espíritu particular. Él habla de Dios como de un padre personal e íntimo y propone a todo ser humano entrar en una relación filial con Dios.

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Una iglesia es la forma organizada de la religión entre cristianos. En la tradición cristiana, el primer responsable pastoral y espiritual de una región es a menudo llamado Obispo. La iglesia católica acepta la primacía del obispo de Roma, o sea, el Papa. El Cardenal inglés John Henry Newman (1801-1890) ha subrayado la importancia de la conciencia humana como el punto en el que Dios puede tocar la intimidad de cada persona. De allí la importancia de la libertad de conciencia, una noción siempre reconocida en la Iglesia Católica a pesar de ciertas apariencias. La posibilidad de exploración de la espiritualidad o de la religión por métodos científicos es muy limitada. Es comparable a la descripción de la música magnífica que llega al corazón únicamente en términos físicos de vibraciones y de acústica. Aún si una descripción así es posible y correcta en el cuadro referencial de la física, ella no comunica, de ninguna manera, la experiencia ni la realidad de esta música. Se trata de una reducción cientista. Un abuso tal de la ciencia oculta la realidad en lugar de aclararla, como si alguien se negara a aceptar que se pueda ver otra cosa que lo que él ve a través de la ventana de su habitación. ¿Cómo explorar la vida espiritual? Mediante la reflexión sobre la experiencia de vida de nosotros mismos y de otras personas, mediante la oración o la meditación, estudiando textos sagrados, tratando de expresar las profundidades de la vida en una forma artística o en una celebración religiosa – ambas están a menudo asociadas, como lo ilustran la arquitectura de las iglesias o la música sagrada. Esta exploración se realiza a veces de manera implícita a nivel cotidiano, tomando compromisos que sobrepasan un marco puramente utilitarista, afirmando al mismo tiempo la dignidad del otro. Un ejemplo extremo es el trabajo original de la Madre Teresa: recibir y acompañar a la gente de la calle al final de la vida. Una exploración como ésta tiene sus raíces en la vida, siendo a la vez diferente de la investigación científica empírica. Se sobreentiende que el riesgo de ilusiones está siempre presente. Pero pensar que el rechazo de la espiritualidad nos preserva de ese tipo de ilusiones se basa en lo que todavía no está comprobado. Podemos buscar y explorar la vida con mucho pudor, mas allá de certezas humanas clásicas. Se trata de alguna manera de un acto de fe en la vida. Paradójicamente, sea uno creyente o no, son estos actos de fe los que nos permiten vivir. El criterio último de la exploración espiritual y religiosa es tal vez el descubrimiento cada vez más profundo de la realidad, incluso en nuestros compromisos con los otros humanos, con la vida y con la creación. De allí la idea que, en el fondo, la espiritualidad es un realismo en profundidad. Si no, es ilusión.

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SEGUNDA PARTE

El corazón de la vida redescubierto La aceptación La aceptación del otro como persona - ¡pero no forzosamente de su comportamiento! - es a menudo considerado como el primer fundamento de la resiliencia. La aceptación indiscriminada de cualquier comportamiento sería un signo de indiferencia que corre el riesgo de ser más cruel que un conflicto. La aceptación puede tomar numerosas formas: dedicarle tiempo a alguien, la escucha atenta, creer verdaderamente en una persona, no abandonar a alguien que está en dificultades; en una palabra, se trata del amor en el sentido fuerte del término, la verdadera acogida del otro en la vida. Este reconocimiento pasa también por el nombre que recibe el niño en la vida. Para algunos, esto puede provocar un problema a causa de complicaciones o de desgarros familiares. Una poetiza neerlandesa, Neeltje María Min, expresó esta realidad en un poema muy hermoso - pero doloroso - sobre la importancia del nombre como un arraigo en la vida, como confirmación de la existencia cuando uno es abandonado por su madre. La última frase proclama: “quiero tener un nombre para aquel que amo”3. Se trata de aceptar al otro pero ser igualmente aceptados por él, con lo que es positivo y negativo y aceptarnos nosotros mismos tal como somos. A primera vista esto resulta evidente, ya que es el único punto de partida posible de todo crecimiento humano. No puedo desarrollarme a partir de un punto en el que no estoy, como tampoco puedo tomar un tren de Londres a Edimburgo queriendo partir no de Londres sino de Liverpool. Tengo, pues, que aceptarme como soy, aceptar al otro como es él y viceversa. Si no, todo crecimiento se bloquea, todo diálogo profundo es imposible.

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In “Voor wie ik liefheb wil ik heten”, Bert Bakker, Amsterdam 1983

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Pero esta evidencia es muy difícil de admitir. Muchos psicólogos, muchos guías espirituales pueden dar testimonio de ello. ¿Quién no reconoce este problema en su propia vida o en la vida de un allegado? . El otro que me acepta como soy puede constituir para mi una enorme liberación: a partir de allí, no debo intentar más “tratar de”, estoy liberado de la presión del éxito, libre de vivir y de crecer a mi ritmo, según mis posibilidades y mis límites. Pero, paradójicamente, puede ser difícil aceptar una acogida así del otro, porque eso presupone que yo he admitido lúcidamente mis propias debilidades. ¿Cómo podría admitir que el otro acepte mis debilidades si yo mismo no lo hago?. Por eso la propia aceptación sí puede condicionar la posibilidad de dejarse amar, de recibir el amor del otro. ¿No reconocemos aquí la palabra de Jesús: ”ama a tu prójimo como a ti mismo”?. Al mismo tiempo, esta aceptación no significa para nada la búsqueda de un statu quo. Este realismo inicial ve también lo potencial, espera un crecimiento, anima a dar un paso, puede esperar con paciencia la eclosión de la vida. Esto està maravillosamente ilustrado en el film “Billy Elliot”. También está expresado en la meditación de Anthony Bloom sobre el icono deteriorado (ver antes). La volvemos a encontrar muchas veces repetida en la historia de vida de Tim Guénard, con varias personas. Es la dinámica en la que ingresa el educador que cree verdaderamente en un niño de la calle en su primer encuentro con él. Volvemos a encontrar aquella mirada que llama a la vida, al crecimiento y que nos saca de los determinismos, sin dejar por eso de asumir el pasado. No rechazamos el pasado pero tampoco nos dejamos encerrar en él. Es la mirada que compromete a las personas en una relación, en lugar de frenar esta relación obstaculizándola, lo que crea un dilema en ciertos marcos profesionales. Hablamos de una mirada objetiva, que no niega los problemas pero que se orienta hacia el potencial de los seres humanos. No se trata del amor superficial que enceguece, sino del intento de encontrar un amor profundo y perspicaz que ve más allá y que libera. Estamos lejos de la sugestión o de la autosugestión, porque buscamos arraigarnos más profundamente en la realidad de la vida con su potencial de desarrollo. Se trata idealmente de una mirada que pide ser recibida pero que está totalmente desprovista de toda voluntad de poder o de posesión. Así, la acogida de la vida triunfa sobre el dominio de la vida como en un alumbramiento. Por supuesto que una aceptación así me hará mucho bien en una serie de aspectos: aumentará mi autoestima, me conectará con la vida que me rodea, lo que me permite descubrir el sentido de mí mismo: esta aceptación es valorizante y motivante pero sin complacencia; es signo de respeto y de autenticidad. 24

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Una aceptación como esta no excluye las vulnerabilidades, pero tampoco las glorifica: no es necesario esconderlas o aplastarlas bajo el éxito. Por el contrario, son aceptadas e incluso permiten entablar una verdadera intimidad. Mucho más allá de la admiración mutua, lo que permite entrar en el corazón de la intimidad es la mutua conciencia de las vulnerabilidades, el respeto por ellas y la conciencia de esta frágil situación. No pensemos demasiado rápido en que se trata de una dinámica relacional reservada a los adultos, pues a menudo más espontáneamente que los adultos “normales”, los niños pequeños y los seres heridos pueden ser particularmente sensibles a las vulnerabilidades de los otros. .

Jesús: una aceptación que toca las raíces de la vida Esta aceptación profunda es un procedimiento típico de Jesús. A menudo, Él apela de manera sorprendente a las personas que encuentra en la vida. Por ejemplo, cuando “personas bien” quisieron lapidar a una mujer adúltera, Jesús dio vuelta a la situación - con un humor muy sutil - y la transformó en una posibilidad de crecimiento para cada uno de ellos, tanto para la mujer como para los que querían matarla. Cada uno es encontrado donde él está e invitado a dar un paso hacia la vida. Jesús no condena a las personas que se creían justas sino que les hace comprender que una ley debe sustentar la vida y no matarla. Jesús no aprueba el comportamiento de la mujer, pero la deja libre para decidir. En otra oportunidad, un hombre joven pide consejo a Jesús. Este trata de orientarlo respetando totalmente su libre elección que será diferente a lo que Jesús propone. Jesús parece encontrar a las personas en el punto en que están, con sus penas, sus dudas, sus debilidades - incluso sus traiciones -, y las invita a dar un paso adelante en la vida. Pero las deja libres. Y se esfuerza con arribistas de toda índole, esos que saben, que no ven sus propias debilidades y hasta se niegan a considerarlas. Muchos cristianos creen que Dios nos ama así, incondicionalmente, incluso de una manera más íntima y profunda de lo que un ser humano puede hacerlo. Al menos ellos lo creen intelectualmente, pues es muy difícil adoptar una fe como ésta en su propia vida. Ciertos psicólogos consideran esta fe como una proyección, una especie de placebo psicológico. Es difícil saber dónde está la verdad; pero si en realidad se tratara de una pura proyección basada en necesidades psíquicas, podemos sorprendernos de que esta proyección sea tan difícil de aceptar para aquellos mismos que la han creado. ¿ Una fe como esta implica abandonarse totalmente a la vida, mucho más allá de todo dominio tranquilizador, de toda proyección? Si el amor de Dios es RESILIENCIA

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incondicional hasta ese punto, es una invitación permanente a lanzarnos en cuerpo y alma en sus brazos. Un desafío, no un momento heroico, sino la inspiración de toda una vida. Dietrich Bonhoeffer ha precisado en un ensayo sobre los límites del ser humano, cuando el suelo parece desaparecer bajo nuestros pies, ¿hasta qué punto una situación así sobrepasa nuestra responsabilidad mucho más allá de las categorías morales clásicas, mucho más allá de nuestros deseos de ser “buenos?”4 Para él mismo, esta actitud ha conducido a posturas muy concretas contra el nazismo, que él pagó con su vida solamente algunos días antes del fin de la guerra. Muchos cristianos tratan de creer en un Dios que los acepta, pero no piensan tanto en la reciprocidad de este amor. ¿Puedo yo amar a Dios allí donde El se muestra vulnerable? La imagen no corresponde a una teología un poco simplista del Dios omnipotente. Pero ¿cómo ver un Dios omnipotente en el Cristo torturado hasta la muerte? Sin embargo Jesús parece apelar a este tipo de amor recíproco cuando habla del juicio final. No llama simplemente a visitar a los enfermos o a los presos. El llama a encontrar en ellos a El, a Jesús. Dios sufre con los que sufren aunque estos sufran por su culpabilidad y por las consecuencias. En Jesús, Dios se revela como un Dios que sufre aflicción, que es vulnerable, que pide ser amado en esta vulnerabilidad y que así permanece presente en el corazón de su creación sufriente. Esta visión de un Dios vulnerable puede molestar a ciertas personas. Sin embargo es muy coherente con el Dios del Evangelio. Pero Jesús afirma el poder de Dios, sin explicar el mal. Jesús rechaza la lógica que aplasta al mal por medio de una violencia más fuerte, porque una lógica como esta correría el riesgo de sacrificar también la vida. Este rechazo entreabre incluso la puerta a la esperanza, en lugar de aplastarlo transforma el mal en bien y salva así la vida en lugar de exterminarla. Paradójicamente, es en este rechazo de la violencia - que Jesús asume hasta la aceptación de terribles sufrimientos e incluso de la muerte - que El se muestra superior al mal. Frente a un porvenir desconocido, Jesús apuesta siempre a la vida. Aquí tocamos la dinámica del perdón.

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ver bibliografía

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Plegaria de un niño ¿Porqué no tengo un lugar mío? y debo estar aquí en casa de extraños? Envidio a otros niños que pueden vivir en su propia casa ¿Quién me ama como a su propio hijo? Me siento solo, Abandonado. ¿Dónde estás Dios? ¿Estás aquí? (JL Klink, Original neerlandés: “ Niet in de wind, niet in het vuur”, Ediciones Ambo - un libro sobre la plegaria del niño)

El perdón, una puerta que se abre a la vida La discusión más animada que escuché jamás sobre el perdón surgió entre participantes de muy variadas convicciones, religiosas y no, de la acción humanitaria. La mayoría de ellos tenía una pesada experiencia de campo en zonas de crisis y de guerra. Todos ellos experimentaban fuertemente la necesidad del perdón entre los beligerantes para llevar a cabo el trabajo concreto y duro que tenían que hacer mucho más allá de sus opciones filosóficas o religiosas. Precisemos de entrada que el perdón no es negar, ni olvidar, ni forzar los sentimientos. Por el contrario, el punto de partida del perdón es el pleno reconocimiento de lo que no está bien. Si no, no hay nada que perdonar. Lo que está mal no es olvidado ni edulcorado aunque no podamos comprender de dónde viene. El perdón no significa tampoco que me repuse del daño que me fue hecho. Ni que mis sentimientos negativos y destructivos se hayan transformado en sentimientos positivos hacia aquél que me hizo mal. En el comienzo está la confrontación sin vueltas con ese mal. Sin embargo, el perdón, va más allá de esta primera lucidez sobre una situación difícil y destructiva, al comprender que, después de todo, la vida que ha sido herida tiene sus derechos. La vida debe poder continuar después de lo que pasó; pero RESILIENCIA

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¿cómo?. Si la primera reacción visceral puede estar inspirada por el odio y la violencia, ¿adónde nos lleva eso? ¿Podría eso permitirnos construir la vida a largo plazo o en lo inmediato?. La separación de las partes en conflicto no resuelve nada pero evita más violencia. A fin de cuentas no existen más que dos posibilidades: o un desbloqueo que permita a la vida ponerse nuevamente en marcha, o la exterminación de una o varias partes en conflicto que nos deja con una vida truncada. El perdón busca precisamente ese desbloqueo. Quiere para todas las partes en conflicto abrir una puerta a la vida, en un muro hecho de odio, de violencia, de sentimientos heridos de agresividad muy comprensible. El perdón busca establecer una apuesta por la vida. Es un acto de realismo, en profundidad y a largo plazo. En ese sentido, el perdón tiene más inteligencia, sabiduría y voluntad que nuestros sentimientos. Un sacerdote belga, al final de la Segunda Guerra Mundial, en la iglesia de un pequeño pueblo flamenco donde él sabía que cada familia había perdido por lo menos uno de los suyos a manos de los alemanos, pedía ayuda para las familias y los niños alemanes que erraban en las rutas de su país devastado, sin techo, sin comida. Y la respuesta de los parroquianos fue generosa. Este es un acto fuerte que quiere reanudar con la vida. Recuerdo una discusión en una sala muy còmoda sobre la cuestión de saber si, en un conflicto armado, se puede permanecer neutral o si hay que alinearse al lado de los agredidos, de las víctimas. La sala se acaloraba rápidamente con los buenos sentimientos para los agredidos, hasta que un médico suizo que había trabajado in situ para la Cruz Roja defendió esta neutralidad considerada como tan poco humana y ética. El habló de su experiencia en las prisiones de un régimen revolucionario que había liberado al pueblo de la opresión violenta. Allí había encontrado a los verdugos del antiguo régimen. Sus historias de vida se parecían: niños maltratados, manipulados políticamente. El médico no trataba de justificar a los antiguos torturadores, su pregunta fue otra: ¿qué buscamos? ¿queremos responder al odio con el odio?, ¿o queremos tratar de romper el ciclo del odio y de la violencia? Si queremos tratar de salir de ese círculo infernal, deberemos por cierto estar con las víctimas, pero también deberemos estar con los antiguos verdugos. Sino, corremos el riesgo de preparar el próximo eslabón de la cadena de odio y de violencia. La sala había comprendido, la discusión había terminado. Tim Guénard también da testimonio del perdón que abre una puerta a la vida, que nos da una oportunidad para salir del odio. Su proceso hacia el perdón duró muchos meses. Tim era guiado por un sacerdote viejo y frágil. La violencia, el único tipo de relación que él conocía, se transformaba poco a poco en un proceso más constructivo. El testimonia también, que ese tipo de perdón se sitúa más allá 28

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de los sentimientos, porque si hemos sido verdaderamente heridos, nuestros sentimientos necesitarán curarse y tal vez esta curación lleve toda una vida. El perdón no espera siempre los bellos sentimientos, porque la vida no siempre puede esperar. Estamos lejos de todo perfeccionismo. El perdón implica siempre al menos dos personas, quien brinda el perdón y quien lo recibe. No se trata forzosamente de una relación jerárquica en la cual quien perdona es superior y dispone del otro. Al contrario, quien se anima a mirar dentro de su corazón, aún si se trata de quien sufrió el daño, comprobará que es capaz de hacer daño quizá en mayor medida que aquel que ha sido perdonado. Una vez más se trata de un realismo en profundidad o - para utilizar una palabra menos moderna - de humildad: no se trata de rebajarse teniendo una postura un poco artificial y de circunstancias, sino de reconocer la realidad tal cual es y de construir a partir de allí. En caso que una de las personas no acepte entrar en esta dinámica, se buscará otro camino para obtener el desbloqueo. Esta dinámica puede ser esencial para la resiliencia porque busca poner en movimiento el crecimiento en el punto en que lo habían detenido los sucesos dramáticos: abusos, maltratos, violencias sexuales, crímenes, guerras o “simples“ conflictos hirientes... La lista es larga. Digámoslo una vez más: no se trata de ninguna manera de justificar el sufrimiento o el daño, sino de desbloquear el desarrollo del crecimiento de aquellos que se encuentran en esta situación. La persona que no busca perdonar y aquella que no recibe perdón corren el riesgo de quedar con una libertad y una vida disminuidas. El perdón sobrepasa claramente un cálculo mezquino. Puede incluso ir más allá de la reconciliación. Más bien se sitúa en el dejarse llevar por la vida, cosa que no siempre carece de riesgo. En ese sentido el perdón es uno de los elementos centrales del mensaje de Jesús, de la manera más radical que sea posible. Esto está ilustrado de manera explícita en la parábola del hijo pródigo, parábola del padre que tenía dos hijos, uno de los cuales es muy “moral”, pero incapaz de perdonar. Es el padre que recibe al otro hijo que vuelve después de llevar una vida poco recomendable. Pero la historia no cuenta como continúan esas vidas: el padre corre allí un riesgo. Jesús insiste fuertemente sobre el perdón, por que éste es una necesidad vital cuando la vida ha sido herida. Aquel que es muy consciente podría plantearse el problema del daño hecho inconscientemente, de manera no intencional. El perdón de Dios como es anunciado por Jesús, parece tomar en cuenta ese daño también. Se trata de un perdón que podríamos calificar de “trascendental”, que va siempre más allá de lo que podemos imaginarnos. Es el perdón que quiere vencer definitivamente al mal. RESILIENCIA

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Así podría sugerirse que en Jesús, Dios perdonó definitivamente al mundo. Esto forma parte de la victoria de la vida sobre la muerte, de la vida que no se deja ya tender una trampa por la muerte: es la dinámica profunda de la vida de Jesús. La persona que vivió la dificultad de perdonar o de recibir el perdón, se da bien cuenta que el perdón no es una solución simplista. Se trata más bien de un precio que debemos pagar por la liberación de la vida. Si un perdón definitivo de Dios puede darnos confianza en las fuerzas de la vida, no por eso nos facilita el acto concreto del perdón. En la medida en que nuestras vidas se desarrollan en el tiempo con una cronología irreversible, no se trata de ningunas manera de una solución fàcil, porque el mal que ha sido hecho, hecho está. El perdón pone en relación a las personas en la gran corriente de la vida; busca restablecer una vínculo positivo entre vidas heridas, vidas hirientes y la vida que las rodea. Abordamos así el descubrimiento de un sentido, otro factor de resiliencia.

El sentido Estudios científicos indican que las personas que ven un sentido y una coherencia a lo que sucede en su vida, muestran más resiliencia que otras. Este sentido puede tomar la forma de una fe religiosa o no. Esto también puede verificarse en la práctica. Así, un profesor filipino que se sentía realizado me confiaba un día que él había tenido una infancia muy desdichada. En ciertos momentos, cuando se sentía totalmente abandonado como niño, sòlo lo mantenía en pie su relación personal con Dios. No se trata de pruebas de la existencia de Dios ni de técnicas de intervención que pueden ser generalizadas sino de simples testimonios personales. Lejos de abrir un gran debate filosófico o religioso sobre el sentido de la vida o sobre la ausencia de él, propongo aquí un procedimiento más pragmático y apto para poder esclarecernos con respecto a la resiliencia en la vida. Me inspiro en un dicho de un antropólogo americano, Dan Scheinfeld, sobre lo que hace al vínculo: “Siento que mi vida tiene un sentido en la medida en que experimento, a veces de una manera confusa o inconsciente, que mi vida personal con sus altos y bajos tiene un vínculo positivo con la vida más amplia que me rodea”. Estas palabras no definen al sentido como tal sino que describen cómo este funciona en la vida, esperando que esta descripción sea valedera en la mayoría de los casos. En esta perspectiva llamamos “sentido” a lo que nos vincula positivamente con la vida. 30

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Esta noción se ilustra, por ejemplo, en el humor de un viejo señor frente a un problema de difícil solución: ”Mi problema es muy grande en mi pequeño mundo pero es pequeño en el gran mundo”. Este reflejo lo conecta de nuevo con una cierta confianza con la vida más amplia que lo rodea a pesar de las dificultades que encuentra. Por el contrario, el adolescente suicida, tendrá a menudo la impresión de que ese vínculo positivo entre su vida y la corriente más basta de la vida dejó de existir. Surge de ello una cuestión operacional: ¿Cómo podemos construir o reconstruir este vínculo positivo entre nuestra vida - sobre todo cuando ésta ha sido maltratada - por un lado y la gran corriente de la vida que nos rodea por el otro?. O en otros términos:¿Cómo podemos (re)descubrir el sentido cuando este parece haber desaparecido?. Existe una gran cantidad de posibilidades que podemos dividir a “grosso modo” en cuatro categorías: – las relaciones humanas – los proyectos, los intereses – las convicciones religiosas o filosóficas positivas y no sectarias, – un cierto control sobre los acontecimientos En estos cuatro campos podemos buscar los elementos para (re)construir la resiliencia. Una observación previa: aunque la vida del mundo que nos rodea tome a veces formas destructivas, esta concepción del sentido puede mantenerse firme en su camino. En este caso, buscamos aportar, a pesar de todo, nuestra contribución positiva a la vida. Es lo que dice Lutero: si mañana es el fin del mundo, aún así plantaré hoy mi manzano. Es apostar a la vida hasta el final. Ciertas creencias van más lejos, confirmando que la vida està siempre sostenida por una realidad fundamental positiva, aún dentro de un caos destructor. Es la fe reflejada en el primer libro del Génesis que - bajo una forma alegórica - habla de la creación. Este texto fue redactado cuando el pueblo judío estaba en el exilio en dificultades; pero sin embargo confirma con insistencia la bondad fundamental de la vida. Esta visión de las cosas no es para nada candorosa pues la evolución demográfica muestra que, hasta el presente, la muerte no pudo llegar nunca a alcanzar a la vida en la historia de la humanidad. La vida cotidiana se teje en millones de gestos y de palabras que hacen concreto un sostén a la vida pero que no llenarán los libros de historia: del cultivo de hortalizas a la preparación de una comida, del control de las cloacas a los servicios de salud, del jardín de infantes a la escuela, de los amigos que se escuchan al artista que escucha la vida, etc... No olvidemos que la vida reflejada en los medios de comunicación, es a veces una grotesca deformación de la vida real, con una desviación muy marcada hacia todo lo que es problema, destrucción o sensación fuerte. RESILIENCIA

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Las relaciones humanas Amistades, un compañero, una vida de familia, hijos: todo eso puede contribuir a dar sentido a una vida, más aún si las relaciones son constructivas porque cada relación me hace efectivamente salir de mí mismo, me vincula con la vida más amplia que me rodea. Frecuentemente tejemos este tipo de relaciones en la vida por razones que no son ni funcionales, ni profesionales, y menos aún terapéuticas y que sin embargo son esenciales y sumamente valiosas. El sentido relacional nace y se construye también en la relación precoz entre la madre y su hijo si todo sucede suficientemente bien. Las primeras sonrisas entre la madre y su bebé tienen sentido para la madre pero para el bebé el sentido es más bien confuso. Este se construye poco a poco. La verdadera sonrisa que viene del corazón es evidentemente un vínculo muy positivo con la vida que nos rodea. La mayoría de los bebés lo aprenden rápidamente. Es en estas redes de vínculos informales que encontramos a veces los “tutores de resiliencia”, las personas que nos ayudan a retomar nuestro crecimiento después de un estruendo - según una expresión de Boris Cyrulnik. Sucede incluso que ese tutor de resiliencia no se de cuenta de que juega ese papel. Después de todo para él o para ella puede tratarse de una simple amistad, o de un lazo familiar. Podemos comprobarlo escuchando muchas personas que han vivido esas historias de vida y cuentan - cuando ha pasado cierto tiempo - como fueron ayudadas por un miembro de la familia, por ejemplo una abuela, un docente en la escuela o por un amigo. Los profesionales intervinientes pueden tratar de integrar esta comprobación a sus prácticas, como un elemento que se debe detectar y que permite construir una vida. Pero es difícil hacer de eso una verdadera técnica de intervención.

Los intereses, los proyectos Los intereses y los proyectos pueden conectarnos positivamente con la vida que nos rodea y encontrarle un sentido: el cuidado de las plantas, de un jardín, de animales, de otras personas, e incluso, de objetos; el aprendizaje de nuevas competencias que son otros nuevos vínculos constructivos con el entorno; la expresión artística que no repliega a la persona sobre sí misma; la participación en un club deportivo, un teatro, un ballet, un coro o una orquesta... Las posibilidades no faltan, sobre todo si la persona se compromete activamente según sus posibilidades y no como un consumidor pasivo, ni en un proceso muy perfeccionisto. Para muchas personas, desde la infancia, es importante sentirse útil de alguna manera, poder aportar su contribución a la vida. Se trata de disponer de competencias 32

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variadas. En este sentido, el compromiso profesional es solamente una forma específica de esto, aunque mal valorada en las sociedades que dan prioridad al dinero. Lo que puede parecer más problemático es descubrir qué tema específico provocará el entusiasmo de la persona en cuestión. Con frecuencia estas cosas son descubiertas un poco por casualidad en el transcurrir de la vida, pero se puede ayudar a la casualidad estando atentos a lo que pasa al rededor y creando así posibilidades de descubrimiento. Las redes de intercambios de competencias constituyen un magnífico medio para estimular al mismo tiempo los vínculos informales y los intereses de las personas, valorando al mismo tiempo a los participantes con mucho realismo. Se trata de grupos que hacen posible - entre los interesados - el intercambio de aprendizajes sin que intermedie el dinero: por ejemplo “yo te doy las primeras lecciones de inglés y tu me enseñas a hacer un pan”. Nada impide concebir tales redes en función de los niños y de los jóvenes.

Filosofía y religión De la misma manera, las convicciones filosóficas y religiosas positivas y no sectarias pueden contribuir a la construcción de un sentido en la vida, es decir a la resiliencia. Casi por definición estas convicciones buscan vincularnos a la vida más vasta a nuestro alrededor. Por otra parte es el sentido original de la palabra “religión”: lo que liga, lo que reúne, lo que vincula. Excluimos a los sectarismos porque tienen un fondo de irrealidad que más bien cortan los vínculos con la vida y se transforman fácilmente en violencia contra la vida. El astrofísico Hubert Reeves comienza su libro “Pájaros, maravillosos pájaros” con el ejemplo de los beneficios de sus pláticas sobre las estrellas, sobre el cosmos para jóvenes en dificultades y para esquizofrénicos. Estas explicaciones de Reeves sobre el universo y sobre la vida reestablecen un vínculo intelectual e incluso emocional entre nuestra pequeña vida individual y la gran vida del cosmos, entre la materia de los astros y la materia de nuestros cuerpos. Para muchas personas esto vuelve a dar un sentido que apacigua y estimula. Aquí hay que señalar particularmente la filosofía con los niños, un procedimiento que se practica en varios países, con grupos de niños o de jóvenes, y que consiste en hacer reflexionar y discutir en grupo, con la ayuda de un animador que debe estar bien formado para la tarea. No se trata de un simple grupo de discusión sino de la construcción común de una reflexión profunda sobre el tema elegido. Tampoco se trata de la filosofía como objeto de estudios académicos, sino de la filosofía practicada para esclarecer la vida. RESILIENCIA

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Este procedimiento, sorprendente para algunos, puede practicarse con los más pequeñitos de las clases primarias o con adolescentes. Raramente se trata de niños de élite, muy por el contrario, entre niños de la calle en Filipinas, los animadores de filosofía con los niños, han despertado un interés y una concentración asombrosas. Esta práctica busca unir y articular la experiencia del niño o del joven con la vida más basta de la comunidad. Las religiones buscan en general establecer una unión entre nuestro mundo visible y otro que no es observable directamente. En este sentido las religiones tratan de construir un vínculo entre nuestra vida individual o comunitaria y la vida interpretada de manera maximalista. Dios personifica esta vida más allá de toda vida visible. A primera vista semejante empresa puede parecer un poco alocada. Pero ¿Porqué estaría limitada la vida a lo que podemos comprobar experimentalmente?. Y cuando nosotros observamos el arte religioso o los compromisos pioneros en muchos campos inspirados por la misma “locura”, el resultado puede ser sorprendente, tangible y positivo. Esto no excluye de ninguna manera todas las catástrofes creadas en nombre de la religión. A menudo se trata de perversiones de esta inspiración positiva. Lo que conduce a las cimas de belleza o de bondad puede ocultar monstruosidades. Según la mitología, el diablo es un ángel caído... Los medios de hacer presente este mundo invisible dentro de nuestro mundo visible son múltiples: santas escrituras, rituales (en ciertos casos llamados sacramentos), objetos simbólicos, expresiones artísticas, celebraciones comunitarias, compromiso social, plegaria individual o colectiva, y a veces escritos espirituales que reflejan este vínculo operando en la vida concreta de hombres y mujeres de ayer y de hoy. Para los cristianos esta relación entre Dios y nosotros ha tomado una forma sorprendentemente próxima e íntima desde que Jesús las sitúa como un vínculo entre padre e hijo. El Dios cristiano es “Dios con nosotros”. Reflexionando, esta propuesta es tan sorprendente que uno puede preguntarse cuántos cristianos han comprendido verdaderamente hasta qué punto esta intimidad es increíble y fantástica. Con respecto a la resiliencia, podría decirse que una relación así debería dar una confianza total en la vida y en el futuro. Como decía una persona discapacitada: “no puedo caer más bajo que en las manos de Dios”. La relación íntima entre el ser humano y Dios puede constituir una base de confianza fundamental a fin de aventurarse a una generosidad vivificante. La última frase del Evangelio de Mateo lo expresa muy fuertemente: “Estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”. Según ciertos psicólogos, un Dios así es una proyección: parece tratarse de una proyección que escapa en gran parte al control de los seres humanos. 34

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Un cierto control sobre los acontecimientos Muchos investigadores y técnicos hablan de la importancia del control de los acontecimientos para dar coherencia y sentido a una vida difícil. En este sentido, una cierta regularidad o rituales regulares pueden ser benéficos tanto para los niños como para los adultos y, aunque perdamos el control de los sucesos exteriores, podemos tratar de construirnos un espacio interior que permita conservar un mínimo de coherencia. Esto es verdad sobre todo en una situación muy difícil o caótica como de Etty Hillesum, que en un campo de concentración dice: “nadie podrá jamás quitarme el amor de Dios”. Las personas que se aferran a la vida5 en los naufragios o en otras situaciones muy extremas de supervivencia hacen todo por conservar un vínculo positivo entre su vida y la vida del mundo, aunque las desdichas que les ocurren presionan la ruptura de ese vínculo. Según ciertos testimonios, esas personas afirman ese vínculo antes de poder construirlo: la voluntad de supervivencia es total y estas personas no se permiten dudar con respecto al resultado positivo de su aventura. Por eso, la supervivencia se identifica con el sentido de la vida. Con esta conducta, estas personas transforman a priori una situación desesperada en una situación de supervivencia. Sin embargo, ¿Pueden sobrevivir de esta manera todos aquellos que abordan una situación dolorosa? Es probable que una parte de ellos perezca a pesar de todo. La resiliencia nunca es infalible!. A partir de esta voluntad tan intensa de supervivencia, hay otros elementos que entran igualmente en juego: – la búsqueda de un mínimo de comprensión de la situación – un mínimo de control sobre ciertos puntos esenciales – la actitud pragmática de dividir el desafío de “supervivencia” en muchas pequeñas tareas manejables – si es posible, una buena preparación anterior que haya anticipado algunos problemas – una capacidad para reflexionar sobre la situación y para planificar en lugar de ceder al pánico – el humor: tomemos como ejemplo al entrenador en supervivencia que dijo, (estando en condiciones polares...) “canto, aunque ya no sé cantar” – una visión de futuro después de superada la crisis.

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Esta parte está inspirada en un documental de la BBC sobre la supervivencia en circunstancias extremas así como en el testimonio del explorador noruego Bjoerg Oustad que atravesó solo el polo sur.

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Sin embargo, en una perspectiva más amplia es importante comprobar que no existe un vínculo lineal entre control y resiliencia. Más bien hay que buscar el justo medio, porque demasiado control puntual puede volverse negativo en la medida en que corremos el riesgo de perder algunas oportunidades reales, pero no previstas. Como, por otra parte vamos hacia un porvenir desconocido por definición, el control total sobre la vida parece ser una ilusión. Después de todo muchas elecciones importantes - incluso favorables - en la vida se hacen en una mezcla de control y de abandono: los amigos, la pareja, la profesión, los hijos... Demasiado control puede bloquearnos o conducirnos a ilusiones. Parece que la resiliencia nos plantea un desafío: ¿Cómo, en una situación dada, ceder un cierto control pero conservar al mismo tiempo la confianza? Un desafío así exige una gran confianza en la bondad fundamental de la vida, aunque muchas cosas anden mal. La expresión de esta confianza fundamental en la vida, puede estar conectada a una fe religiosa, aunque ciertas cosas anden mal, aunque no todo esté bajo control. Se habla entonces de abandonarse a la vida, o, como dice Dietrich Bonhoeffer “lanzarse incondicionalmente a los brazos de Dios”. Aquí se trata de un equilibrio frágil entre control y confianza, en el abandono del control, pero de un equilibrio apoyado o sostenido por una realidad positiva que va más allá de todo. Una confianza así en Dios inspiró a Bonhoeffer a redactar en vísperas del año nuevo, prisionero en su celda y amenazado de muerte, un muy hermoso poema sobre las fuerzas benévolas de la vida en ese trágico momento6. ¿Momento de locura, proyección o lucidez extrema sobre la vida?. La coherencia de la vida de Bonhoeffer, hasta su muerte trágica - fue ahorcado por los nazis - me inclina a considerar la última interpretación.

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Ver bibliografía. Este poema presenta dificultades de traducción en francés en inglés o en castellano, porque la palabra “geborgen” palabra clave del poema, no tiene equivalente en estas lenguas. De hecho, el sustantivo correspondiente “Geborgenheit” expresa probablemente mejor que cualquier otra palabra el fundamento mismo de la resiliencia. Expresa a la vez el hecho de ser aceptado profundamente y bien cuidado, la intimidad, la confianza, una cierta protección.

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Cuando el vínculo con la vida se debilita Sucede que algunas personas solo experimentan la ausencia y el sufrimiento. Si alguien se encuentra entonces sin Dios, sin pensamiento, sin imágenes, sin palabras, por lo menos le queda este espacio de verdad: amar a su hermano, a quien ve. Si no logra amar, porque está metido dentro de su angustia, solo, amargado, enloquecido, por lo menos le queda esto: desear el amor. Y si hasta ese deseo le es inalcanzable, a causa de la tristeza y la crueldad donde está hundido queda todavía el deseo de desear el amor. Y es posible que ese deseo humillado, justamente porque perdió toda pretensión, toque el corazón del corazón de la divina ternura. “La misericordia no te juzga por lo que has sido ni por lo que eres, sino por lo que has deseado ser”. No hay hombre condenado. (Extraído de “INCIPIT” o comienzo, por Maurice Bellet, Desclée de Brouwer, 1992)

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Una pieza clave de la vida y de la resiliencia ¿Una vida que ha sido herida puede considerarse como realizada? La experiencia que poseemos sobre nuestra vida privada o profesional nos sugiere un “Sí” prudente. Sin glorificar al mal ni al sufrimiento, sin generalizar demasiado deprisa, comprobamos que algunas personas heridas tienen una vida lograda. A veces los “genios” entre ellos se encuentran en la “plaza pública”, pero la mayoría de las personas lastimadas viven, tal vez, su pequeña felicidad muy discretamente.

Dinámicas coherentes Cada persona con un poco de experiencia de vida, sabe hasta qué punto la vida real se compone de una mezcla de elementos positivos y negativos, con todos los matices posibles. Mejor aún, muchas personas hacen la experiencia de la transformación de un sufrimiento en algo positivo, siempre sin generalizaciones imprudentes o apresuradas. Por ejemplo la evolución de los padres de un niño trisómico: la aceptación del niño puede revelarse difícil al principio, pero algunos padres descubren luego la riqueza de su hijo y el verdadero sentido de la existencia de ellos. A veces encontramos este tipo de transformaciones en la expresión artística, pintura, canción, literatura... Otro ejemplo es la relación difícil y conflictiva al comienzo, que se transforma poco a poco en amistad o en gran amor. Notemos que la transformación inversa, de lo positivo a lo negativo se produce también. El sufrimiento, el mal, que se transforma a veces en elemento constitutivo de la vida, es una realidad que se encuentra en el corazón de la resiliencia, pero también en el corazón de lo que llamamos en la tradición cristiana la “resurrección”. Tempranamente, apenas muerto Jesús, esta noción de resurrección provoca interpretaciones y reacciones muy variadas. Por ejemplo, la suposición que: – Se trata de una idea de algunos exaltados que perdieron el contacto con la realidad; es tal vez la reacción más natural y los cristianos deberían hacerse esta pregunta con toda franqueza. – En lo que respecta a Jesús, se trata de una siniestra mentira de sus discípulos, un lúgubre engaño, como lo creían algunos en la época de los primerísimos testimonios dados por los discípulos de Jesús. – Se trata de la convicción más o menos realista que no todo está perdido y que nuestra vida continúa. Esta es una interpretación psicológica, bastante cercana a la resiliencia, compartida por algunos que tratan de enmarcar la “resurrección” en la mentalidad moderna. 38

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– Una especie de máquina del tiempo que tendrá como efecto que en algún momento del porvenir todos los muertos revivirán y saldrán de sus tumbas, como si volvieran atrás, con el agregado del atractivo de la edad en que quisieran resucitar: bebé, niño, joven, edad madura, anciano... Cada una de esas interpretaciones tiene sus adeptos más o menos confesos. Sin embargo, veamos si esta noción muy misteriosa de “resurrección” no puede ser aclarada de otra manera y dar así una nueva luz para nuestra vida. Los biblistas modernos son prudentes y al principio se atienen al análisis crítico de los textos del Evangelio. Allí se encuentra, entre otras cosas, lo siguiente: – En los Evangelios hay relatos del sepulcro vacío de Jesús. – Hay relatos de una extraña presencia de Jesús después de su muerte que se manifiesta en el tiempo y en el espacio, pero al mismo tiempo parece escapar a esas dos dimensiones: esta presencia parecería manifestarse en el mundo físico sin formar realmente parte de él. San Pablo se refiere más tarde a un “cuerpo espiritual”. – Estas manifestaciones puntuales de Jesús provocan mucho entusiasmo en sus discípulos, a tal punto que la angustia de éstos después de su trágica muerte, se transforma en ánimo y en alegría, en fuerza de vida. – La presencia de Jesús después de su muerte parece sugerir una nueva fuerza de vida que no se detiene con la muerte física. Una observación textual no hace desaparecer el misterio. Podríamos dar todo tipo de interpretaciones, que van desde el “new age” hasta la alucinación pura y simple. Podemos también encontrarnos simplemente ante un hecho que no dominamos, que sobrepasa el marco normal de nuestras vidas y de nuestras referencias. En ese caso, llegamos a seguir el rastro de estos relatos con nuestra inteligencia, a situarlos en algún lugar, sin comprenderlos. Esta experiencia es comparable a la música de Juan Sebastián Bach. Un especialista puede explicar la técnica de composición de Bach y un buen músico llega a comprender y a seguir las explicaciones, a situar esta música. Al mismo tiempo, hay algo que escapa a esta explicación técnica. Es el genio de Bach que podemos situar intelectualmente pero que al mismo tiempo sobrepasa lo que la inteligencia puede anticipar. De manera comparable, los relatos de la Resurrección pueden, en el fondo, ser coherentes con la experiencia humana, pero de una manera muy curiosa que escapa a nuestro entendimiento. La lógica y la dinámica de fondo nos son familiares RESILIENCIA

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- la transformación del sufrimiento en nueva vida - pero están empujadas más allá de los límites de la muerte. De esta manera, Jesús parece introducir una continuidad lógica con relación a una dinámica de fondo de la vida, pero que sobrepasa radicalmente el muro de nuestra experiencia de la muerte, como si Jesús permaneciera en la dinámica de nuestra vida, llevando al mismo tiempo a esta dinámica a otro plano, tan coherente como inesperado.. Precisemos aún más la fuerte coherencia entre los textos bíblicos y nuestra vida: en el libro del Génesis el hombre es echado del paraíso. Un ángel le cierra el camino, impidiéndole la posibilidad de volver. Entonces debe salir a enfrentar el mundo real, con el trabajo, con sus alegrías, pero también con sus penas. Todo esto está expresado en un lenguaje muy colorido pero el mensaje es claro: es inútil buscar sobre la tierra el paraíso, es decir, un mundo ideal y sin penas. Si este mensaje es claro y realista en su contenido, en tiempos pasados ha sido a veces traicionado y confundido con un mensaje muy diferente: es inútil buscar mejorar la vida sobre la tierra. Desde el punto de vista del creyente, este desvío conduce al sin sentido de la negligencia de la creación del Dios que él mismo venera. Por el contrario, el mensaje del paraíso original, inaccesible, es mucho más realista que algunos mensajes paradisíacos del mundo actual - vengan de la publicidad o del discurso político - que conducen a alienaciones en la medida en que estos mensajes entran en conflicto con la experiencia de la vida real.

Un corto circuito esclarecedor Si hacemos una especie de corto circuito bíblico entre el mensaje del Génesis y el de la Resurrección, encontramos un realismo tan sorprendente como misterioso. Como punto de partida tenemos, en el libro del Génesis, este mensaje claro de la ilusión del paraíso. Ahora meditemos sobre el encuentro de Tomás con Jesús después de la Resurrección: encontraremos el mismo realismo. Pero Jesús, con toda lógica, empuja la dinámica de la vida que integra este realismo más allá del muro de la muerte. Por eso, Tomás encuentra un Jesús no perfecto sino un Jesús que lleva todas las heridas que le fueron infligidas antes de su muerte. Al mismo tiempo, éste Jesús, está extrañamente vivo. La nueva vida no surgió de un retroceso ni de una magia de perfección, incluso evita la ilusión del paraíso terrestre presentándose como el cumplimiento de la dinámica de la vida que nosotros conocemos antes de la muerte: una herida puede transformarse en una nueva vida. Nosotros comprobamos una extraordinaria 40

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coherencia con la vida tal cual la conocemos, admitiendo al mismo tiempo que esta vida que va más allá de la muerte, es sorprendente y extraña. Muchas historias de resiliencia nos lo confirman: en caso de un gran traumatismo, una curación perfecta es imposible. Una vez que sucedió la desgracia no podemos volver atrás, hacia un mundo ideal, pero no deja de ser realista tratar de retomar el crecimiento humano, integrando en él poco a poco las cicatrices del pasado. Es así como las jóvenes abusadas sexualmente logran a veces construirse un matrimonio, una vida familiar feliz. Es así que los niños refugiados pueden construirse una nueva vida en otra parte, que un niño de la calle puede llegar a ser un excelente educador de la calle... Pensemos lo que pensemos de la Resurrección de Jesús, lo que los relatos nos dicen es como una prolongación y un cumplimiento de una dinámica que nos es familiar, muy próxima a la resiliencia. O revirtiendo la perspectiva, la resiliencia aparece como un presentimiento en la experiencia humana de la posibilidad de la Resurrección. Estamos tentados de decir: tal vez no comprendemos esto, pero después de todo es lógico. Este mismo acto de revertir la perspectiva permite ver hasta qué punto toda la vida de Jesús - sus actos y sus palabras - prefigura de alguna manera la Resurrección y encuentra allí su cumplimiento tan lógico como inesperado. Las Bienaventuranzas, por ejemplo, hablan de la transformación positiva de la aflicción, una dinámica que encontramos también en relación con la enfermedad y la culpabilidad, en los encuentros con Jesús.

Realismo total, esperanza total Podemos comprender, pues, que el mensaje condensado, compartido por algunos cristianos en la historia es “Él ha resucitado” - refiriéndose a Jesús - y que este mensaje haya tomado para ellos un significado profundo de esperanza, de realismo, de vida. Traduciendo el poder de este mensaje en términos más modernos de resiliencia, se trata de la esperanza de una existencia totalmente lograda, sin negar por ello las heridas del pasado. Este mensaje que combina un realismo total con una esperanza total no es solamente válido para Jesús, sino que lo es igualmente para mí. Esta es una potencialidad a la vez sorprendente y mucho más realista que cualquier ideal paradisíaco. Reflexionando sobre eso se trata incluso del único mensaje totalmente liberador, porque está a la vez en un realismo total y en una esperanza total. Es como si Jesús diese a nuestra experiencia humana, a nuestra lógica humana cierta profundidad a la vez familiar y sorprendente. RESILIENCIA

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Si la resiliencia, observable en la vida, se resume como una esperanza realista, la Resurrección desliza allí otro matiz, que va un poco más lejos: nosotros no podemos considerar a la esperanza de la Resurrección como “realista”, en los mismos términos que la esperanza de la resiliencia, pero podemos decir que después de todo esta esperanza de la Resurrección no es tan loca como parece. Lo que precede es igualmente coherente con lo que hemos explorado anteriormente en este cuaderno, la resiliencia y algunos de sus elementos constitutivos: la aceptación fundamental incluso incondicional, el sentido, el perdón total que libera definitivamente la vida... En ese sentido podemos hablar de la resiliencia como de una pieza clave de la vida. La resurrección se perfila entonces como una posible pieza clave de la resiliencia y de la vida. Es como si finalmente pudiésemos abrazar la vida en su totalidad sin atajos ni negaciones, como si hasta las contradicciones se hubiesen reconciliado. Las marcas de esta dinámica son múltiples: en la expresión artística, en la gran generosidad, en la reconciliación y el perdón que liberan la vida, en el fino humor que hace positivas las contradicciones de la existencia,7 en el niño traumatizado que se vuelve a levantar y que vuelve a encontrar la sonrisa. Eso me recuerda las explicaciones de un músico con respecto a la música de Wolfgang Amadeus Mozart. A primera vista esa música es ligera y alegre, pero escuchando atentamente - incluso las melodías más felices - se comprueba que esta música tiene a menudo una sorprendente profundidad que nos habla del sufrimiento de la vida. Es como un símbolo de lo que acabamos de señalar: se hace presente, tangible - en este caso audible - lo que es difícil de expresar de otra manera: una alegría de vivir que no niega ya los sufrimientos, sino que los integra.

Nuestro horizonte se amplia En el fondo, la perspectiva esbozada aquí no es otra cosa que una actualización del viejo mensaje de la resurrección. Esta perspectiva conduce a una serie de otras aclaraciones. Ante todo, los seres humanos estamos clara y concretamente situados en el tiempo. En ese sentido, el mal preexistente es tomado en cuenta como un hecho, pero al mismo tiempo nos rehusamos a encerrar la realidad dentro de ese mal, tratando de construir un porvenir. Una actitud como esta no justifica el mal, sino

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El historiador inglés Terrot Reaveley Glover (1869-1943) había postulado un humor así, un humor como éste en Jesús, cf “The Ancient World”, Cambridge, University Press, 1935, p. 339.

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que lo ataca de manera realista, tratando de liberar el porvenir. Una vez más esperanza y realismo se encuentran. La resurrección prolonga y realiza esta dinámica más allá del tiempo y del espacio. En otros términos, en la eternidad. Luego, desde una perspectiva como esta no tiene mucho sentido la oposición tradicional entre una vida aquí en la tierra y una vida más allá de la muerte, porque ambas están ligadas en la misma dinámica de fondo. Con frecuencia, no le fue fácil a la espiritualidad situarse entre las dos. Ciertas tendencias, dan una prioridad absoluta al más allá pero en eso sacrifican la vida aquí y ahora. Por reacción, otros se concentran totalmente en el presente, incluso tornando dudoso el más allá. Si, en el fondo, la dinámica de vida es la misma aquí y ahora que más allá de la muerte, como parece sugerirlo la resiliencia, esta oposición deja de tener sentido. Estamos llamados a actuar en esta dinámica ahora. Nosotros podemos esperar que ella se realice más allá de la muerte. Finalmente, esta perspectiva que combina resiliencia y resurrección se opone a la tentación fuertemente moralizadora que considera que deberíamos aplastar al mal. Jesús se opone claramente a ello. Aplastar el mal significa también aplastar una parte de la vida. Esta perspectiva es un realismo muy profundo. En la vida concreta, religiosa, política y otra, el gran moralizador corre el riesgo de transformarse en violento en nombre de su propia moral. Encontramos esta dinámica paradojal en muchas dictaduras de izquierda como de derecha, en las desviaciones sectarias de muchos idealismos y religiones. En la parábola del padre pródigo (porque es El quien es pródigo de perdón y de amor), es la reacción agresiva del segundo hijo. Por eso, aunque todavía es una práctica muy difundida reducir la espiritualidad a la moral, es un sin sentido. La moral necesita raíces profundas que permitan siempre recuperar el centro de la vida. Pero el ser humano necesita las referencias que van más lejos y que son, paradójicamente, a la vez más flexibles y más estables que la moral, hitos que deben estar por encima de toda otra posibilidad de perversión y de abusos con fines egoístas. Hitos que nos ayuden a orientarnos sin que nosotros podamos dominarlos. Encontramos la necesidad de autocorrección, de afinación y de ajuste continuo sin que eso conduzca a un relativismo total. Como en la ciencia, es buscando donde el ser humano se humaniza. De hecho una visión así apela a criterios trascendentales. ¿Acaso no encontramos aquí el sentido del primer mandamiento del decálogo: “Dios está por encima de todo y de todos”?. Paradójicamente ¿No es para El la única manera de estar cerca de la intimidad de todos?. RESILIENCIA

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Las peores perversiones de la religión fueron cometidas transgrediendo este primer mandamiento, haciendo a Dios funcional y poniéndolo al servicio de ciertos intereses particulares, a veces con nobles intenciones al principio, como la del compromiso por otro. Un Dios cercano a los hombres no significa que Dios debe estar al servicio de los proyectos humanos. La trascendencia se transforma así en un principio necesario para la vida (con sus incógnitas) y necesario para el hombre, ante un porvenir desconocido por definición. No se trata de una trascendencia refugio o protección, sino de una apertura siempre renovada al crecimiento, inherente a toda vida, una trascendencia que nos invita al descubrimiento en cada etapa de la vida, a intentar dar un nuevo paso hacia adelante, a explorar la vida luego del próximo recodo. El principio de la trascendencia se vuelve así eminentemente práctico.

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PREMIÈRE PARTIE

A modo de conclusión… de la vie En resumen, hemos visto hasta qué punto la fe cristiana parece ser muy coherente con la experiencia de la vida y de la resiliencia. Comprobamos también que esta fe abre nuevas perspectivas sobre la resiliencia y la vida, coherentes con la vida y al mismo tiempo, sorprendentes. Como si nosotros recorriésemos una ruta que tiene un recodo inesperado, pero que sigue siendo la misma ruta. Se podría decir que la espiritualidad cristiana está en coherencia no lineal con la experiencia de la resiliencia y de la vida. En eso esta fe parece ser algo diferente de una simple proyección del psiquismo humano. El cristiano es llamado a acercarse con prudencia y pudor a esta cosa “diferente”, evitando interpretarla en función de sus necesidades, de someterla a la dictadura del egoísmo. La gran coherencia entre la resiliencia - tal como se presenta en nuestras vidas - y la Resurrección - tal como la encontramos afirmada en el evangelio parece abrirnos una nueva dimensión de la vida. Esto es particularmente regocijante. Pero no todos los lectores querrán seguirnos en este camino, y tal vez, hasta no podrán hacerlo concientemente. Cada uno debe ver en su conciencia hasta qué punto esta tentativa de abrir una puerta sobre los fuertes vínculos entre la resiliencia y la espiritualidad se mantiene sólida. Cada uno tiene su propia historia de vida, y otros elementos que le ayudarán a discernir. Lo que nos une y evita el relativismo, es la búsqueda de la verdad, la bondad, la belleza, la exploración de la vida. Desde una perspectiva como esta, la espiritualidad cristiana o cualquier otra, no es cuestión de doctrina ni de opinión. Ella contrapone a la gente que busca tener seguridad encerrándose dentro de una doctrina, con aquellas que rechazan la exploración espiritual de la vida en nombre de un espíritu “intelectualmente correcto”. Para no caer en la trampa viciosa esta exploración necesita apertura de mente, una conciencia que no busque el confort. El creyente, el agnóstico y el no creyente, son como exploradores en una selva tropical. Cada uno a su manera, por su camino, llega a las orillas de un enorme RESILIENCIA

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río. ¿Qué hacer?. La otra orilla está lejos, ¿Vale la pena cruzar?. El no creyente estima que no hay nada interesante del otro lado o si hay algo interesante, de todas maneras, eso no le concierne. Decide continuar costeando el río. El agnóstico estima que no puede saber lo que hay en la otra orilla. Por lo tanto decide costear el río. El creyente tampoco sabe lo que hay del otro lado. A él como a los demás, le cuesta ver claramente. Sin embargo estima que la otra orilla es tal vez diferente pero tan apasionante como esta donde él está y entonces decide animarse a cruzar el río. En una de sus obras, Elie Wiesel describe una escena horrorosa que vivió en un campo de concentración. Los prisioneros eran obligados a mirar la lenta agonía de un niño ahorcado por los nazis. Y una voz pregunta “¿Dónde está Dios ahora?” ¿Dios está totalmente ausente? ¿Tal vez porque El no existe? ¿O es que Dios está tan presente en este niño ahorcado como entre los demás?. El Dios que resuelve todos los problemas ha muerto, el Dios que sufre el mal con nosotros tal vez viva todavía. Después de todo, un Dios creador no puede más que sufrir junto a cada ser herido por el mal. Jesús no se sustrajo ante este compromiso. Y un Dios así pide ser reconocido y amado en esta vulnerabilidad que - paradójicamente - es necesaria para superar el dominio del mal y de la violencia. La experiencia vivida de la resiliencia puede ser también un signo de muerte y de transfiguración.

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Harry Potter o el “giro inesperaldo” La realidad con un giro inesperado, “reality with a twist”: es en esos términos que Jeanet Rowling explica el mundo de Harry Potter, el niño resiliente tan popular que ella revela poco a poco en sus libros. La BBCI difundió el 28 de diciembre del 2001 un documental de una hora sobre Jeanet y Harry, una ocasión para interrogarse también sobre la naturaleza de lo real. ¿La vida termina allí donde llegamos a ver, dominar y comprender? .La tentación de responder “si” es grande; los libros de Harry Potter nos sugieren “no”. El actor inglés Stephen Fry nos dice en este documental que esas historias no son el resultado de una fantasía desbordada sino que expresan algo que está profundamente hundido en la vida real. No faltan en la vida estas realidades importantes pero inasibles. Podemos medir el tiempo porque lo vivimos, pero ¿quién lo ve, quién lo comprende?. Tampoco lo dominamos. Lo único que podemos hacer es adaptarnos a él. ¿Y qué decir del amor? ¿O de la vida misma?. El que piensa que la vida se reduce a una serie de reacciones químicas es comparable a una persona que mira una foto del mar y piensa que ha comprendido todo de la realidad del mar. Hay partes de la realidad que se brindan más fácilmente que otras. Eso nos lleva a otra pregunta: ¿Cómo podemos descubrir la realidad? ¿Qué procedimiento conduce a qué tipo de descubrimiento? ¿Y qué tipo de descubrimiento es tomado en serio y por quien? ¿Cuál es nuestro vínculo con lo real?. Estas preguntas están lejos de ser teóricas o anodinas. Una buena parte del desarrollo del niño, de su educación, consiste en construir y cambiar su vínculo con lo real que lo rodea, con la vida, para bien y para mal. Cada sociedad, cada época, privilegia ciertos tipos de vínculos con la vida. Y cada uno de ellos tiene sus propias posibilidades y vínculos. Jesús nos invita a cambiar nuestro vínculo con lo real. Abre nuestros ojos a un nuevo giro en la realidad, no como la vista gratuita del espíritu sino porque El nos conduce a otro nivel de profundidad. El giro está allí, pero es extrañamente coherente con la experiencia humana “normal”. Esta coherencia explica porqué Jesús podía expresarse con palabras simples, concretas, con imágenes de la vida cotidiana, las parábolas. El giro explica porqué Jesús ha sorprendido siempre a la gente, a sus contemporáneos primero, pero muchas personas se han inspirado en El también, desde hace dos mil años hasta nuestros días. A su manera, la fe cristiana es “reality with a twist”. Si no, ella es ilusión.

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Selección de lectura En materia de Resiliencia • BICE, plus de 10 auteurs Famille et Résilience de l’enfant L’enfance dans le monde, 1, (numéro à thème), BICE, Genève, 1994 • Cyrulnik Boris (sous la direction de) Ces enfants qui tiennent le coup Hommes et Perspectives / Martin Média, Revigny sur Ornain, 1998 • Cyrulnik Boris Un merveilleux malheur Odile Jacob, Paris, 1999 • Cyrulnik, Boris Les vilains petits canards Odile Jacob, Paris, 2001 • Fondation pour l’enfance La résilience : le réalisme de l’espérance Erès, Ramonville St Agne, 2001 • Frank Anne Journal (traduit du néerlandais) Livre de Poche, Calmann-Lévy, Paris, 1992 • Guénard Tim Plus fort que la haine Presses de la Renaissance, Paris, 1999 • ICCB News Resilience and Spirituality édition spéciale, BICE, New York, 1995

• Jollien Alexandre Eloge de la faiblesse Cerf, Paris, 2000 • Manciaux Michel (direction) La résilience : résister et se construire Médecine & Hygiène, Genève, 2001 • Poletti Rosette et Dobbs Maria, La résilience Jouvence, St Julien-en-Genevois, 2001 • Vanistendael Stefan et Lecomte Jacques Le bonheur est toujours possible. Construire la résilience Bayard, Paris, 2000 • Vanistendael Stefan La résilience ou le réalisme de l’espérance. Blessé mais pas vaincu Les cahiers du Bice, BICE, Genève, 1998, 3ème édition • Werner Emmy Children of the Garden Island in Scientific American, pp 76-81, avril 1989 • Werner Emmy & Smith Ruth Vulnerable but invincible: A Longitudinal Study of Resilient Children and Youth McGraw-Hill, 1982

En Materia de Espiritualidad • Basset Lytta Le pardon originel Labor et Fides, Genève, 1994

• Burrows Ruth Before the Living God Sheed and Ward, London, 1975

• Bloom Anthony God and Man Darton, Longman & Todd, London, 1983

• Delbrel Madeleine Alcide. Guide simple pour de simples chrétiens Seuil, Paris, 1968

• Bonhoeffer Dietrich Widerstand und Ergebung Kaiser, München, 1951 édition en français : Résistance et soumission Labor et fides, Genève, 1973

• Grün Anselm (traduction de l’allemand) Chacun cherche son ange Albin Michel, Paris, 2000

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RESILIENCIA

Y ESPIRITUALIDAD

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